Es todavía bastante común escuchar a padres decir que quieren que sus hijos estén bien informados sobre el sexo, y ayudarles a prevenir cualquier situación de riesgo, pero todavía lo percibo como si no fuera responsabilidad de ellos hacerlo (sino de las escuelas, iglesias, sociedad, etc…) o quizás es porque no saben muy bien cuando es el momento para hacerlo, ni con qué palabras hay que explicárselo…
Pero es preciso que entendamos, que el hablar sobre sexo y sexualidad nos brinda la oportunidad de compartir nuestros valores y creencias con nuestros hijos. Aunque quizás sea un tema que nos ocasione vergüenza, la realidad es que los hijos necesitan saber que en todo momento pueden recurrir a una fuente confiable y honesta para resolver sus dudas: sus padres.
Antes de que él o ella aprendan qué es el sexo por medio de un amiguito, internet, televisión o por una mala experiencia con un desconocido, debemos estar conscientes de que cuando le hablamos a nuestros pequeños sobre este tópico, protegemos su salud e integridad.
La educación sexual es una responsabilidad de los padres. A pesar de que pudiéramos reforzar y complementar lo que nuestros hijos aprendan en la escuela, el mayor compromiso debe ser nuestro, con miras de poder establecer las pautas de una sexualidad saludable que dure toda la vida.
Muchos aún caen en el error de pensar que a ellos los educaron siendo un tabú ese tema, con una educación más restringida y sin embargo, entienden que crecieron “normales” e hicieron su vida sexual sin mayor contratiempo. Pero nuestra realidad actual es otra MUY diferente, que demanda cambiar esa visión anticuada para ofrecerles un espacio de comunicación más libre a nuestros hijos, donde podamos compartirles la información necesaria con total naturalidad a partir del momento en que el niño formule preguntas sobre los órganos masculinos y femeninos.
Lo primero que debemos hacer es diferenciar entre sexo y sexualidad, bajo el entendido de que sexo se refiere a las prácticas sexuales y la sexualidad va más allá, implica la construcción social, cultural y emocional que tenemos cada uno de nosotros. Por eso, la sexualidad está implícita en el día a día, de manera que yo diría que en realidad no hay un momento como tal para empezar a hablar de ello, sino que debemos verla como un elemento que nos acompaña (y que se les refleja a ellos) a diario en nuestras vidas, desde la valoración y el concepto que nosotros mismos manifestamos de nuestro cuerpo, como nos relacionamos como padres, hasta como hablamos de los órganos sexuales.
Si les proporcionamos toda la información y conocimiento necesario a nuestros hijos, cuando llegue el momento de hablarles del coito, manejarán con naturalidad la intimidad. Ser sexualmente responsables es una de las lecciones más importantes que podemos enseñarles. Y esas lecciones que aprendan hoy sobre el respeto, las relaciones saludables y lo que está bien y mal se reflejarán sin duda alguna en sus relaciones futuras.