Llega el fin de semana (o los días libres), tiempo propicio para descansar y dormir horas extras; sin embargo, por alguna razón usted no puede lograr su cometido: a pesar de seguir con sueño, despierta a la hora acostumbrada durante la jornada laboral o escolar, lo que luego se traduce en cansancio.
¿Le parece familiar? Posiblemente no esté descansando lo suficiente, y sea usted víctima del jet lag social.
El ya conocido “jet lag” ocurre cuando se viaja a países con zonas horarias muy diferentes. Si la diferencia de horas es grande, el cuerpo puede pasarse unos días confundido, adaptándose a los nuevos horarios.
En cambio el menos conocido “jet lag social” se refiere a esas horas en las que el cuerpo se encuentra “desubicado” por romper con sus patrones de sueño diario, y se nota principalmente los fines de semana.
Este síndrome afecta considerablemente a las personas que trabajan de noche o que tienen horarios rotativos, debido a que el horario tradicional y el reloj biológico no concuerdan, lo que se traduce en que la persona no descanse de manera adecuada, por lo que sufre falta de sueño, cansancio y -según algunos estudios- hábitos poco saludables como el abuso de café, alcohol o tabaco, así como obesidad por comer mal y a deshora.
Se cree que entre un 25 y 40 % de la población sufre un mal alineamiento de su reloj biológico con respeto a las claves sociales, lo que puede tener consecuencias cognitivas y cardiovasculares.
Consecuencias. Además del cansancio, la obesidad y el riesgo de malos hábitos ya mencionados, no tener un horario de sueño establecido puede afectar el corazón de la persona y su capacidad cognitiva, por lo que tienen problemas con la memoria a corto plazo y además de la fatiga, muestran menor rendimiento cognitivo.
Es por esto que diversos estudiosos de los hábitos del sueño establecen que no sólo la duración del mismo, sino también la regularidad en el horario juega un papel importante para la salud.
Expertos coinciden que el jet lag social es el precio que estamos pagando por seguir los horarios frenéticos que impone la sociedad, desligados de los ciclos del día y la noche.
Un estudio epidemiológico del investigador de la Universidad de Múnich Till Roenneberg que ha sido publicado este año en la revista especializada “Current Biology” establece que “el desencuentro entre el reloj biológico y los horarios de los quehaceres cotidianos puede empujar al consumo de sustancias estimulantes para vencer el sueño y de otras relajantes para conciliarlo. También parece ser un factor más que contribuye a la obesidad”, advierte.
Según el servicio británico de salud pública, mantener horarios regulares de sueño durante la semana y los fines de semana ayuda a prevenir problemas de sueño.
“Los adultos deberían dormir regularmente como mínimo siete horas al día para estar descansados y en un estado óptimo de salud”, recomiendan varios estudios científicos e instituciones de la salud.