Esa guagua se llenó

Esa guagua se llenó

He dicho en múltiples oportunidades y de manera pública que las posibilidades de que el doctor Leonel Fernández y el Partido de la Liberación Dominicana retornen al poder político este año son muy altas. Diría que en un 95 por ciento.

Y es que es muy difícil que el ingeniero Hipólito Mejía pueda repuntar a tal extremo que pueda alcanzar al candidato peledeísta, aunque en círculos del PPH se alega que la crisis económica del año 1990 era mayor y el doctor Joaquín Balaguer ganó ese certamen electoral. No estoy convencido de que haya ganado (¡lo dudo!), lo que podría decir es que el proceso fue cerrado, pero estamos hablando de un Partido Reformista Social Cristiano que estaba totalmente unificado en torno a su candidato y líder. Ese no es el caso del PRD en los actuales momentos. Todavía, por lo menos de forma pública, ninguno de los aspirantes presidenciales perredeístas ha anunciado su respaldo al candidato oficial de esa organización política, el ingeniero Hipólito Mejía, actual presidente de la República. El partido blanco está dividido y ese factor pesa mucho más que la propia crisis económica, que es mucho decir.

Es por ello que el doctor Fernández está en la carrera presidencial prácticamente solo. Y la campaña electoral, por lo menos hasta el momento, luce incolora y desabría, totalmente diferente a los procesos de los años 78, 82, 86, 90, 94 y 96 del pasado siglo, donde las expectativas creadas en la población fueron mayores.

Una característica que se puede observar de este proceso es que la gente no va a votar a favor de…, sino en contra del presidente Mejía, una especie de «voto de castigo» a su herrada política económica» y a la falta de capacidad para enfrentar los problemas del país.

Lo lamentable del caso es que la población se vea inclinada a sufragar por Leonel Fernández (que no digo que sea malo ni bueno), sino un candidato que todavía no ha dicho lo que piensa hacer para estabilizar las diferentes variables macroeconómicas. ¿Qué hará el próximo presidente de la República para estabilizar e inclusive hacer bajar las tasas de cambio y de inflación? Realmente nadie sabe.

Este es el momento en que el doctor Fernández, cuya formación intelectual nadie regatea, no ha dicho lo que piensa hacer con relación al deficitario servicio eléctrico, un problema de primer orden y sobre el cual el futuro jefe de Estado debe de hablar, si es que se siente con suficiente moral para abordar el tema, después de lo ocurrido en ese sector durante su gestión gubernamental.

Leí recientemente, sin embargo, unas declaraciones del candidato presidencial peledeísta donde anuncia que «reducirá el gasto corriente». Se piensa de inmediato en un recorte de la nómina pública, una medida que le facilita un mejor desenvolvimiento económico al gobierno, pero no se advierten las consecuencias sociales que produce la misma con el incremento del desempleo, causante número uno de la pobreza, que es el principal flagelo social que atraviesa el país.

Desde el punto de vista político podría, además, resultar muy costoso. Bien pudo hacerlo en el año 1996, cuando ascendió a la Presidencia con votos prestados del Partido Reformista y todavía el PLD era una organización de cuadros, cuya matrícula no superaba los 18 mil militantes.

Ahora, de acuerdo a las encuestas, el peledé sacaría una votación superior a los dos millones de votos, la cual sería la más alta en toda la historia política dominicana. El doctor Fernández se convertiría en el presidente más votado, pero es evidente que mucha de esa gente que lo favorece con el sufragio procura posiciones públicas.

Los empleos públicos, después de la venta del CEA, CORDE y la vieja CDE, en el propio gobierno de Leonel Fernández, pasaron a ser algo menos de 300 mil, lo que indica que el Estado dispone de muy pocas plazas y lleva a la interrogante de ¿qué haría el próximo presidente para responder a una clientela tan amplia en término de demanda de empleos? La presión sería grande.

Y en lo que toca a las altas posiciones habría grandes frustraciones ante la hipótesis (según me informan) de que están todas verbalmente asignadas. Hablo de secretarías de Estado, direcciones generales y ejecutivas, la gobernación del Banco Central, superintendencias, administraciones, embajadas y consulados importantes.

No recuerdo qué partido alguno en una campaña electoral haya recibido tanto apoyo del empresariado, como lo ha recibido el PLD en esta oportunidad. Naturalmente, los empresarios buscan otra cosa que no es empleo, el problema está con la clase media y los intelectuales.

He visto, por ejemplo, a personalidades prestigiosas, que se han ganado su buen nombre y el respeto de la opinión pública históricamente gracias al juicio sereno y la ecuanimidad, volcarse abierta y fanáticamente a favor del PLD, cuando en honor a la verdad el costo de su crédito público está por encima a lo que podrían valer las desgastadas imágenes de muchos de los miembros de las cúpulas de los tres partidos mayoritarios.

Si es servirles al Estado que buscan, las futuras posiciones a ocupar estarían bien honradas, pero no hay necesidad de bajar de su nivel, sobre todo corriendo el riesgo de la exclusión en una guagua que ya se llenó.

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