Esa no es nuestra Constitución

Esa no es nuestra Constitución

Los cabecillas del giro conservador en curso no se esperaban la avalancha de indignación y rechazo que su contrarreforma constitucional iba a generar en cada vez más amplios sectores del pueblo y  numerosas instituciones.

La gente habla en las calles, colmadones, aulas universitarias. Hablan del golpe al país que significa el actual retroceso constitucional. La consigna: Esa no es nuestra Constitución, ya empieza a aparecer en las paredes de los sanitarios, en  parques,  barrios y  muchos otros lugares.

Este nuevo episodio recién comienza. Ahora lo central es que  dentro de una consigna general, que cada quien debe darle su propia interpretación, dejar que los distintos sectores se expresen libremente, sin tratar de “entubar” la creciente indignación, en acciones decididas desde cúpulas que “no pegan una” y que desarman el movimiento de protesta.

Intentar “entubar” la indignación que recién empieza es lo que más le conviene a las cúpulas que están detrás de esta ola de retroceso, detrás de la cual existen intereses  bien definidos, y fuerzas nacionales e internacionales, que actúan dentro de un gran esfuerzo de retroceso que viene dando claras señales en todo el mundo:

Honduras, las bases militares en Colombia, incremento del presupuesto militar de los Estados Unidos y de sus tropas en Afganistán y otras latitudes, pulseo para volver polvo los intentos de ponerle freno al gran capital financiero-especulativo, la ola de conservadurismo en los Estados Unidos y los intentos de “achicharrar” al primer presidente negro de esa Nación, son solo algunos de los signos de la situación y de la política imperial, que en breve se mostrará con mucho más claridad en cada uno de nuestros países.

El pacto Leonel Fernández-Miguel Vargas es solo una manifestación de esta ola. Detrás del mismo, y jugando un papel de dirección, está la determinación de las cúpulas sociales, políticas y eclesiales cuyo objetivo central es abrirle camino al gran capital nacional e internacional para apropiarse de los territorios, de las riquezas del subsuelo, de la inmensa biodiversidad de nuestro país, mientras mantienen al pueblo  en la misma situación.

La mano del gran capital norteamericano, venezolano, español, ecuatoriano, de los cubanos de Miami y del gran capital dominicano están detrás de esta ola neoconservadora, y a ello debemos responder dejando que el pueblo se exprese, potenciando la indignación y clarificando las raíces de este proceso, del cual los señores Leonel Fernández y Miguel Vargas son sólo cómplices de segundo orden y participes de los beneficios del festín.

Todas estas energías desatadas y por desatar deben servir de catapulta para construir una alternativa política, que construya una Nueva Mayoría en el país.

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