Hoy la muerte de Anibel González es noticia. Su caso, de tan evitable y absurdo, nos ha obligado a rasgarnos las vestiduras, buscar culpables y pensar, nueva vez, en lo que se tendría que hacer para preservar la vida de las mujeres que son víctimas de violencia intrafamiliar.
Es inconcebible y doloroso ver cómo todo el sistema le falló a Anibel: desde la justicia hasta las autoridades que estaban obligadas a defenderla y ayudarla. ¿Cómo es posible que el procurador Jean Alain Rodríguez y los funcionarios del Ministerio Público hayan sido informados del acuerdo irregular que permitió la salida de prisión de Yasmil Oscar Fernández y nadie evitara que él quedara en libertad? ¿Por qué responsabilizan solo a los fiscales?
Esta tragedia obliga a repensar la forma en que se tratan esos casos. Aquellos que se traducen en muertes como las de Stefanie María Peña Abreu, Anabel Anny Paulino, Yira Martínez, Desrivieres Olchine, Merlin Sosa, Johanna Guillén, Katherine María Francisco Santos, Karina Francesca Silfa, María Estefani Ferreira, Angélica María Rodríguez, Nidia Virginia Pérez, Glenny Brito Mora, Wanda Francisca Espinal, Glendy Esther Cedeño, Ana Isaura Pimentel, Jade González, Daniela de los Santos, Paola Gissel Roa, Andreína Nivar, Melania Castro, Emi Amanda Rowland de Gómez, Ysalcia Cabrera Abreu, Fiordaliza Trinidad Sena, Kany Martínez Cabrera, Francisca Virginia Pérez Matos, Daniela de la Cruz Ramírez, Elira Cabrera, Yoselin Núñez y la niña Yarinelis Domínguez Rijo, asesinada por su padrastro en venganza de su madre.
¿Cuántas mujeres más morirán por culpa de un sistema que les falla?