Bajo el ataque de la variante ultra contagiosa ómicron, y una limitada presencia todavía de la delta de más graves implicaciones y letalidad, los habitantes de República Dominicana deben sentirse más motivados que antes a protegerse de la enfermedad covid-19.
Las ascendentes cifras de transmisión que en solo 24 horas acumularon para el último boletín 7,439 casos, con una positividad de 38.71%, configuran un azote que deriva hacia mayores reclusiones angustiosas y ausentismos laborales.
Si faltaba algún motivo para hacer comprender que la población transita por una etapa de calamidades de orden sanitario, aquí están los índices extremos a que van llegando los quebrantos.
Aunque las hospitalizaciones no están exacerbadas, el Gobierno debe tomar medidas extraordinarias, que involucren al sector privado para garantizar rápidos accesos a consultas, medicinas e internamientos a muchas personas que sufren física y emocionalmente por ser muy vulnerables.
Deben resultar más accesibles las medicaciones y pruebas de laboratorio, generalmente prohibitivas para familias de ingresos bajos. La gratuidad es poco posible para la intensidad de esta quinta ola a pesar de las inversiones oficiales para que abunden vacunas y test sin costos.
Un creciente despertar de la comunidad ante los riesgos está moviendo multitudes hacia puestos de prevención inmunológica y en busca de auxilios sanitarios en desafío a la capacidad de servir del Estado.