Escándalo en el Vaticano

Escándalo en el Vaticano

Al parecer, nuestro papa argentino Jorge Mario Bergoglio, quien desde marzo de 2013 calza las sandalias de Pedro con el nombre de Francisco en la Santa Sede, enfrenta obstáculos en sus planes de reformar la curia pontificia de Roma. Y es que tras la renuncia de Joseph Ratzinger, Benedicto XVI, Francisco ha dado con algunos “lobos” sueltos en la administración de la Iglesia católica, y hoy, ”las fieras”, perdón la burocracia, tienen planes adversos. Los males que rodean el sumo pontífice no proceden del infierno, sino del llamado Instituto de Obras de Religión (IOR), especie de banco vaticano.

Los reveladores.- Las irregulares financieras de la Santa Sede, (entendida esta última como el conjunto de organismos o dicasterios y el mismo Papa, que gobiernan el Vaticano), fueran reveladas en dos libros. Uno de los textos, “Vía Crucis”, es del periodista italiano Gianluigi Nuzzi, el mismo que dio a conocer el caso “Vatileaks” en 2012 en su obra “Su santidad” y que se cree influyó en la dimisión de Benedicto XVI. “Vía Crucis” narra la “guerra” que enfrenta el Papa para impulsar las reformas y el manejo sin control de las cuentas del Vaticano. El libro, basado en grabaciones confidenciales hasta del mismo Papa, describe la corrupción, la codicia, el despilfarro y el amiguismo reinante en el Vaticano al asumir Francisco.

Los sacrificados.- El segundo libro, “Avaricia”, de Emiliano Fittipaldi, detalla el patrimonio inmobiliario del Vaticano en Italia, Suiza, Reino Unido y Francia. Solo en Roma tiene cinco mil propiedades, muchas alquiladas a políticos en 30 o 40 centavos al mes. Cita las reservas en oro de la Santa Sede, y señala como diócesis dan altas sumas de dinero para acelerar canonizaciones. Revela como una fundación gastó 220 mil dólares en la renovación del apartamento del exsecretario del Vaticano, el cardenal Tarciso Bertone. Dice que en 2013 una donación de 410 mil dólares para los pobres se desvió a otros gastos. Frente a las denuncias, el Vaticano hizo rodar dos cabezas: la del sacerdote español Lucio Ángel Vallejo Balda y la asesora eclesial Francesca Chaouqui. Ambos son acusados de facilitar los datos a los escritores. ¿Le bastará a la Iglesia con estos dos “sacrificios” para purgar “sus pecados”?

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