Escándalo mediático por alegada agresión

Escándalo mediático por alegada agresión

Mientras  en Valverde colocaban la “Medalla de la Gratitud y el Valor” en el pecho que era “escudo defensivo de Trujillo”, y en Puerto Plata las mejores familias  rendían al “líder” una de las más grandes demostraciones de solidaridad, en la Capital se producía un escándalo mayúsculo por la supuesta agresión a un fotógrafo y un periodista de La Nación cometida por los médicos Pompilio Brouwer y Eduardo Dinzey Mason y el abogado Luis Lembert Peguero.

 Estos hechos ocurrían en la semana del 8 al 14 de mayo pero el impacto de los presuntos golpes y patadas y las groserías de los reconocidos profesionales estuvieron debatiéndose hasta el 26 pues los tres  fueron  llevados a los tribunales. Los alegados agredidos fueron Fabio Víctor Román y Julio C. Bodden. El Caribe, La Nación  y Radio Caribe condenaron el ataque, tratando con irreverencia a los galenos y al jurista.

 En uno de sus editoriales La Nación preguntaba el papel que jugaba Lembert en el suceso y  nunca se dijo. Hoy lo explicó su hija, quien siempre vio en el caso un trasfondo político.

 Carmen viuda Muñoz pasaba el 10 de mayo frente a la tienda “La Opera” y el teatro “Rialto” cuando le cayó  una pesada carga que desmontaban de un camión. Era la madre de la esposa de Lembert. La trasladaron a la clínica del doctor Dinzey en la calle “José Reyes”, en San Miguel, donde acudieron los reporteros.

 Dinzey se mostró “agrio” pero  permitió subir a interrogar a los familiares de la accidentada, a lo que se negó Lembert “con palabras insultantes”. Los periodistas fueron a su periódico a informar lo ocurrido y tras un acuerdo del administrador  con Dinzey, volvieron al centro de salud donde el facultativo nuevamente estuvo “descomedido” y “áspero”, escribieron. Lembert  los recibió “inamistosamente” y cuando se apagaba el flash de la foto que le tomó Román, entró Brouwer, agarrando “salvajemente” al fotógrafo y lanzándolo por las escaleras “dándole trompadas y patadas”, según se publicó.

 Cada periodista escribió  su versión. Ambos se sintieron “ultrajados, avergonzados, indecorosamente tratados, insultados” y declararon que Brouwer portaba un arma de fuego.

 El 12 de mayo los médicos desmintieron  en El Caribe y argumentaron que los comunicadores estaban ebrios y habían amenazado a Dinzey, que  debieron defenderse y defenderlo pues Román y Bodden entraron sin permiso.

 El médico legista certificó que Román, quien presentó querella en una estación policial cercana,  presentaba laceraciones curables en 10 días.

 El supuesto ataque tomó cuerpo. Se dijo que amenazas telefónicas a la esposa de Bodden, Ramona Capellán, podrían provenir de los agresores. Radio Caribe preguntaba qué misterio se ocultaba en la clínica de Dinzey y llamó a los médicos y al abogado  inescrupulosos “cuyos exequáturs deberían ser exhibidos en gimnasios de boxeo y lucha”. La Nación se pronunció  destacando “exabruptos, insolencia y malacrianza de Dinzey”, llamó a Brouwer “agente de las furias”, “troglodita”, a los tres “engreídos” y a Pompilio, “Rocky Brouwer” en clara alusión al destacado boxeador norteamericano Rocky Marciano.

 Antes y después del histórico juicio que atestó de público la sala de audiencias de la Primera Cámara Penal, La Nación escribió también “¡Cuidado con la moral!”, contra Lembert; “Las dos caras de Jano”, contra uno de los abogados defensores de los profesionales, omitiendo el nombre; y en otro se cuestionaba qué poder tenía Brouwer para ultrajar a pacíficos ciudadanos.

 La causa fue fijada para el 18 de mayo y reenviada para el 25 por el Consejo de la Defensa. Como testigos de los acusados depusieron Julio César Brache Cáceres, Jorge Martínez Lavandier, Pablo Martínez Fernández, Damián Tactuk, Bartola Santana de Duluc y Gloria Cáceres de la Cruz. Ramón Pina Acevedo, Freddy Prestol Castillo y Julio César Castro defendieron a los inculpados. La parte civil estuvo representada por Guarionex García de Peña que  solicitó como a testigos Rafael Gallardo Luna y Jaime A. Lockward, ejecutivos de La Nación,  y a Freddy Pumarol.

 El 25, el juicio fue altamente incidentado por Pina, al que replicaba Teodoro Tejeda Díaz, representante del Ministerio Público.  Otto Sosa Agramonte presidió el Tribunal que expuso su incompetencia para conocer los presuntos golpes y declinó ese aspecto a otra jurisdicción. Se declaró a los prevenidos no culpables y en consecuencia fueron descargados. Se  solicitó a Brouwer  una reparación civil de mil 500 pesos para Román Pérez, y el pago de las costas. Completaron el Tribunal Plinio Antonio Abreu Arvelo y Luis A. Camejo.

Provocación.  Luisa Lembert Muñoz tenía 19 años cuando ocurrió el suceso y cuenta que la familia vivió momentos de tensión porque ya la época se había tornado muy peligrosa. Piensa que se quiso hacer daño políticamente. Ya a Lembert lo había mandado a buscar Francisco Prats Ramírez para interrogarlo sobre una foto de Trujillo que tenía abandonada en un inodoro, relató. También lo vigilaba en el parque Colón un calié de apellido “Clemente” pues, aunque el abogado trabajó 17 años en Relaciones Exteriores, había tenido “ciertos roces con el régimen”. Cuando se destrujillizaba el país, Lembert “tuvo problemas con Américo Dante Minervino, que le tiró un carro encima”, manifestó. También pusieron una bomba en su oficina, y militares trujillistas “comandados por el capitán Herrand, quisieron  hacerlo preso en “La Cafetera”.

 “Y en el fondo había algo contra Dinzey y Brouwer,  me contó papá. Fue un caso civil, corriente, pero le dieron esa connotación. Fue una provocación. Los fotógrafos querían retratar a mi abuela y papá pidió que no,  ellos insistieron y se produjo un forcejeo, ahí intervinieron Pompilio y Dinzey”, narró Luisa.

 Concluyó: “No llegó más lejos porque vino la muerte de Trujillo, sino otro hubiera sido el desenlace”.

Mao y Puerto Plata. Conmemorando el 30 aniversario de la “heroica hazaña de entrar al campamento del general rebelde Desiderio Arias”, Mao se desbordó en tributos al “Preclaro” en “un histórico escenario” en el que Manuel Evertz destacó la valentía del caudillo dentro de un programa de festividades que reunió  todas “las fuerzas vivas” de esa comarca.

 Pero la mayor concentración fue delante del palco que Trujillo compartió con Luis Ginebra, Arturo Despradel, Euclides Gutiérrez, José Sixto Ginebra, Joaquín Cocco, Manolín Rodríguez, Danilo Brugal Alfau, Gregorio García Castro, Luis Dhimes y los generales Manuel María García Urbaéz, César A. Oliva  y Guarionex Estrella, frente al parque “Julia Molina”.

 Socorro H. de Brugal, Sixta de Ariza, Enriqueta de Ginebra, Olga de Galán, Lina de Zeller, Carmen Ginebra y Mercedes de Bordas le entregaron flores. Después Marcos Jorge Moreno,  Mario Estrada y su esposa Ondina, Tomás Nouel y otros estuvieron con él en la recepción bailable en su honor en el “Club del Comercio”.

 Trujillo dispuso la inauguración del hospital “Carlos Ginebra” y dio dinero en efectivo  a “numerosos” puertoplateños que se le acercaron. “La Novia del Atlántico” se despedía sin saberlo del Benefactor, con exaltación tan inusitada que en un editorial El Caribe definió este fervor como “La apoteosis de Puerto Plata”.

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