Escándalo OMSA, cortina de humo

Escándalo OMSA, cortina de humo

Sin restar importancia a la auditoría realizada por la Cámara de Cuentas a la Oficina Metropolitana de Servicios de Autobuses (OMSA), tenemos que aceptar que los escandalosos datos filtrados rápidamente a la prensa conllevan un beneficio inmediato para el organismo responsable de ejecutar la referida fiscalización.
Con la entrega a la Procuraduría General de la República y suministro simultáneo de los resultados de la auditoría a la prensa, la Cámara de Cuentas logró hábilmente salir de la palestra pública en lo concerniente al abusivo, ilegal e injustificado aumento de salarios que se hizo la cúpula de la entidad, así como sus exorbitantes y cuestionables gastos en trivialidades.
Si bien es cierto que la estrategia funcionó, sacó a relucir una situación de falta de control y debilidad de las instituciones llamadas a mantener la supervisión adecuada para evitar que las entidades oficiales, descentralizadas o no, se conviertan en violadores de la ley cometiendo actos de corrupción como los señalados en este caso.
Observando las irregularidades cometidas por los funcionarios de la OMSA y recordando los desafueros denunciados por la periodista Alicia Ortega sobre el modus operandi del ingeniero Diandino Peña en la construcción del Metro, cabe preguntarse: ¿cuántas instituciones del Estado estarán manejando impunemente los fondos públicos de manera similar?
Solo en situaciones especiales de escándalos es que salen a relucir anomalías como las señaladas, y expedientes como la falsa venta del vertedero de Duquesa, las amañadas negociaciones del CEA, la compra de Los Tres Brazos, y las pretensiones de vender Las Cuevas de las Maravillas. Y aún así, nos atrevemos a ufanarnos en foros internacionales, del combate a la corrupción.

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