Escasez de agua puede derribar un gobierno

Escasez de agua puede derribar un gobierno

FABIO R. HERRERA-MINIÑO
Lo vivido por la comunidad de Pedro Brand el pasado lunes 2 sirvió para demostrar que estamos encaramados, como comunidad nacional, encima de un barril de pólvora muy sensible que bajo el estallido de una pequeña chispa podría generar graves conmociones sociales y hasta alterar nuestro clima de estabilidad política que se disfruta, bien o mal, desde hace 41 años.

La escasez de agua que padecía esa comunidad de Pedro Brand, junto con la tanda cotidiana de apagones, fue el combustible que exacerbó los ánimos y toda la comunidad, ante la mirada pacífica de la Primera Brigada del Ejército Nacional, se decidió interrumpir el tránsito por la vital arteria nacional que es la autopista Duarte, provocando el tapón más notable de los últimos años y ocasionando severos inconvenientes económicos y personales a quienes estaban en tránsito en esa tarde del lunes 2.

La escasez de agua en esta época del año es un mal crónico nacional que las autoridades nunca le prestan mucha atención y siempre las protestas y quejas de la población los atrapa desprevenidos y sin ningún plan de contingencia que ayude a paliar las inconformidades de las poblaciones que se ven impedidas de realizar sus más elementales necesidades de higiene y de alimentación por falta de agua que se conduce por medio de tuberías obsoletas o con muchas filtraciones, obras de toma en mal estado y sistemas de bombeo inservibles por vandalismo o falta de mantenimiento.

Además con la escasez de agua de la estación de estiaje de los ríos se cumple aquello de los ciclos húmedos y secos en que este último se inicia en el año tres de la década y concluye en el año ocho, de manera que ahora es que comienza a finalizar ese ciclo de pocas precipitaciones, aún cuando la región del Cibao se ha visto afectada por el paso de vaguadas de gran consideración que provocaron daños a la agricultura y propiedades, aparte del derrumbe de puentes. Indudablemente que los cambios climáticos, fruto del calentamiento global han alterado esos patrones meteorológicos pero aún se observa cierta repetición de modelo de los ciclos secos y húmedos que ya en décadas anteriores produjo severas sequías como aquellas de 1944, la de 1965 y la de 1975.

Con el aumento de la población, la conversión a urbana de una buena mayoría, y disminuyendo la rural, la deforestación, fruto del desmonte indiscriminado de las montañas y cerros retenedores del agua lluvia, son factores que han incidido para afectar severamente los ríos y arroyos, muchos de los cuales han desaparecido, dejando cauces de piedra y basura que era el depósito natural de los ayuntamientos para esa basura de sus comunidades; los acueductos que se surten de esas fuentes han quedado sin abastecimiento, que unido a la indolencia de los organismos responsables de darle mantenimiento, agrava la falta de agua, en un país que ha sido catalogado como el más dispendioso de agua en todo el mundo. Y siendo el agua un recurso finito, una población de más de nueve millones de habitantes y unido a las presiones migratorias de los vecinos haitianos, le dan forma a un panorama aterrador para el futuro, en que las autoridades no se dan cuenta del desafío que tienen por delante de tantas comunidades sedientas e irritadas por la escasez de agua.

A todo lo anterior se añade que ya estamos en un año preelectoral y las inconformidades de las poblaciones por su carencia de agua y de energía será bien aprovechada por una oposición beligerante dispuesta a jugársela con el uso de todos los recursos como es explotar la inconformidad de las poblaciones frente a unas autoridades que han puesto más empeño en asegurar sus fortunas con obras faraónicas. Eso plantea un panorama muy propicio para que el gobierno se vea acorralado y la irritación de la población podría debilitarlo sino se sacuden a tiempo de esa ceguera cívica, que es producto de su terquedad y altanería, creyéndose que son los mejores de los dominicanos y que es un favor que nos hacen a nosotros de dignarse a gobernarnos.

INAPA, la CAASD y las demás Cora (corporaciones) de las ciudades deben colocarse en alerta frente a un calentamiento de las protestas por la falta de agua, que explotan con motivos muy justificados, por la incapacidad de las autoridades de hacerle frente a la situación, que está siendo aprovechada por los partidos de oposición, ya que los pueblos tienen siempre una excusa a mano muy valedera que los impulsa a reclamar la solución de los mismos; si esa población está cerca de una de las vías principales, más se agrava la situación, ya que es muy fácil bloquear esas vías, ocasionando tumultos e inconvenientes que luego las autoridades no saben enfrentar con firmeza, para que la gente se dé cuenta que aquí hay autoridad, y no que por temores o conveniencias políticas se eximan de actuar como lo demanda la paz pública.   

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