Escenario número II

Escenario número II

BONAPARTE GAUTREAUX PIÑEYRO
El discurso del presidente guerrerista George Bush, pronunciado el día que nuestra Suprema Corte de Justicia emite su decisión sobre la nacionalidad dominicana, es sumamente importante.

George Bush hijo, quien sólo ha olido la pólvora de las salvas y los fuegos de artificio, confirma su mesiánico papel auto designado de policía del mundo. Bush hijo no fue a ninguna guerra y cumplió el servicio militar en la Guardia Nacional, que no sale de EEUU.

La unipolaridad actual puede significar que Estados Unidos pretenda gobernar el mundo con tropas de ocupación criollas o enviadas por las instituciones militares norteamericanas.

Recordemos que la Suprema Corte de los Estados Unidos sentenció que su país tiene derecho a intervenir en los asuntos de los demás países si les interesa, si les conviene a sus intereses.

La discusión no termina con la sabia decisión de la  Suprema Corte de Justicia que decidió que la nacionalidad dominicana se origina por nacer en el territorio nacional (jus soli) con las excepciones contenidas en la Constitución de la República que son: hijos de funcionarios internacionales o los que permanezcan aquí en tránsito.

Debemos mantenernos vigilantes porque ahora viene el reflujo de quienes quieren meternos por ojo, boca y nariz los nadie sabe cuántos haitianos que hay en el país.

Ante los graves incidentes ocurridos esta semana contra el Presidente y la República Dominicana, no se escuchó la voz condenatoria de ninguna de las apa$ionada$ trompetas dominicanas, defensoras de la tesis de que la isla es una e indivisible, como postularon e impusieron durante 22 años los líderes haitianos de la unificación.

Años, décadas, siglos de avances y retrocesos de luchas soterradas, ocupación e intento de permanente en nuestro territorio, los haitianos parecen no comprender que los queremos mucho.pero en Haití, en su tierra.

Cuando el presidente norteamericano ofreció comprar las tierras del jefe Seatlle, éste reclamó el derecho a vivir en paz, libertad y sin intrusos, en la tierra donde estaban enterrados sus ancestros, respirando la frescura del aire proveniente de sus montañas, disfrutando del trinar de las aves y del rumor de las aguas del río que fertiliza la tierra, y rechazó la oferta del engreído comprador.

Es oportuno llamar la atención para que todos estemos alertas a los acontecimientos y cómo se desarrollan.

Crear un incidente de características catastróficas no sería nada nuevo si se intenta ocupar la isla para forzarnos a que vivamos juntos y reburujados dos pueblos que tienen características tan diferentes, divididos por idioma, religión, costumbres, cultura y acontecimientos históricos.

Este año se cumple el bicentenario del «degüello», genocidio cometido contra las poblaciones de Santiago y Moca, en 1805. Hay toda una historia de sangre, odio, división, temor, locura.

Ahora hay un elemento nuevo, que no es nuevo, renovado: Francia, Canadá y Estados Unidos quieren unificar la isla, borrar la frontera, como si con ello pudieran borrar las diferencias.

Primero: Francia, Estados Unidos y Canadá no participaron en la independencia nacional;

Segundo: Estados Unidos, Canadá y Francia son estados soberanos como es la República Dominicana y no pueden decidir por nosotros.

Invadir cualquier país con pretextos falsos no es nada nuevo ni desactualizado: ahí está el caso de Irak.

Tercero: debemos estar alertas, porque como dijo Emilio Prud’Homme

«Que si dolo y ardid la expusieron
De un intruso señor el desdén
Las Carreras, Beller, campos fueron
Que cubiertos de gloria se ven».

«Más Quisqueya la indómita y brava
Siempre altiva la frente alzará
Que si fuere mil veces esclava
Otras tantas ser libre sabrá».

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