Escepticismo ante “buenas noticias”

Escepticismo ante “buenas noticias”

GUILLERMO CARAM

El Gobierno anunció 56 veces, contados, la “buena noticia” del aumento salarial. Equivale a 8 veces 7, una vez más del “siete veces siete” que las escrituras sugieren como colmo hiperbólico de exageración.
Pero percibimos escepticismo ciudadano ante esas “buenas noticias”.

No parecen haber concitado entusiasmo sostenido en trabajadores beneficiados ni en una sociedad marchitada por la pira inflacionaria. Estos desproporcionados anuncios se diluyeron rápidamente consolidando la imagen de gobierno preocupado por anunciar que en procurar soluciones sostenibles y plasmables.

Lo admiten hasta sectores oficialistas: El sindicalismo negociador reconoció que “el aumento no fue histórico”.
Un empresario legislador, lo criticó advirtiendo que “botará” empleados.
Medios caricaturizan si se sentirá el aumento comparándolo con incrementos de precios.
La “buena noticia” parece haber producido efectos similares a la expresión popular sobre “lo poco que dura la alegría del pobre”

¿Será porque fueron más excluidos (1,809,984)que incluidos en el aumento(1,490,894)?. Los excluidos fueron: 640,011 empleados públicos (según CNSS); 170,000 trabajadores de zonas francas (según CNZF) ;348,197 en construcción, 278,150 en turismo y 373,626 en agricultura puesto que la resolución solo consignó aumento de jornal (según Banco Central).

O por que el salario mínimo promedio establecido (RD$17,873) no satisfizo expectativas como consecuencia del bajo nivel de exigencia que formularon dirigentes de centrales sindicales previamente pensionados.
O por la poca seriedad y confianza que tradujo considerar como base de cálculo un número de trabajadores igual a los existentes antes del COVID-19.

O si, dado los precedentes, la ciudadanía ya reconoce que no todo lo que el Gobierno anuncia repercute satisfactoriamente; quizás recordando que se anunció el cierre de OISOE- igual con FONPER, CEA, BN, EDES, etc- manteniéndolo tan abierto que se legisla convertirlo en Ministerio de Vivienda.

Afanándose por anunciar se pregona incluso lo que no conviene. Ejemplo: estudio de recopilación de valoraciones presidenciales que asigna 68% al presidente Abinader, cuando su predecesor tenía 89% al año de Gobierno.
Así, en lugar de provocar entusiasmo sostenido, las “buenas noticias” generan escepticismo y pierden credibilidad potencialmente frustratoria; estigmatizando al gobierno como pregonador de anuncios forjadores de expectativas que no se sabe si cumplirá.

Un escepticismo peligrosamente reflejado en las tantas obras públicas anunciadas por el Presidente en sus frecuentes contactos con la población; puestas en duda porque las inversiones públicas al 16/07/21 vienen desplomándose 53% con relación al promedio diario 2020; haciendo pronosticable que apenas alcanzará 43% de lo presupuestado/2021.

A propósito de gastos, se anuncia una austeridad solo plasmada en partidas específicas mientras el gasto total corriente diario está siendo 53% mas elevado que el promedio diario 2020; apuntando a sobrepasar previsiones del Presupuesto 2021.
Evitemos escepticismo frustratorio con buenas noticias plasmables.

Publicaciones Relacionadas