Contrario a las voces empresariales, políticas y económicas que aplauden el establecimiento de relaciones diplomáticas del país con la República Popular China, me resisto a creer que esa sea la panacea a nuestros grandes problemas como nación.
Me inscribo en la cautelosa corriente que sugiere prudencia en el manejo de estas relaciones, advirtiendo la experiencia de países de América Latina y África donde China sostiene una agenda que busca aprovecharse de los recursos naturales de las naciones relacionadas.
Este señalamiento lo hace el vicepresidente del Centro Regional de Estrategias Económicas Sostenibles, Ernesto Selman, quien aseguró que China ha realizado financiamiento en los últimos años por 150,000 millones de dólares a países latinoamericanos como Venezuela, Argentina, Brasil y Ecuador.
La situación se torna más preocupante por la tendencia del gobierno de Danilo Medina a endeudarse no obstante el pregonado crecimiento económico del país, el cual acaba de ser situado en un 6.4% por el gobernador del Banco Central.
Ante el sorpresivo anuncio del establecimiento de relaciones diplomáticas con China y consecuente ruptura con el gobierno de Taiwán, la embajada de éste, hasta hoy gran colaborador del país, se apresuró a acusar a sus contrarios de imponerse en base al ofrecimiento de 3,000 millones de dólares en préstamos para diferentes obras.
Aunque la versión fue desmentida por el gobierno chino, a través de su representante en el país, anunció la inversión de cuantiosos recursos ante lo cual el versátil economista Alejandro Fernández pidió que se transparente la forma en que se contratarán esas obras. “….y así evitar que se repita lo que ya hemos visto con Punta Catalina y Odebrecht”.
¿Se entiende mi escepticismo?