Escolares y colegiadas embarazadas

Escolares y colegiadas embarazadas

JESÚS DE LA ROSA
En el hospital de maternidad Nuestra Señora de la Altagracia del Distrito Nacional, el 30% de las parturientas que reciben atenciones médicas en dicho centro hospitalario tiene menos de 18 años de edad. Y, en lo que va del año, en el hospital José María Cabral y Báez de la ciudad de Santiago de los Caballeros han sido atendidas más de 3 mil embarazadas con edades comprendidas entre los 13 y 17 años.

Sucedió hace unos años que un número alarmante de alumnas de un liceo secundario público del Distrito Nacional estaba aquejado de vómitos y dolores estomacales. Los maestros de ese plantel en principio pensaron que los malestares de esos estudiantes eran provocados por la mala calidad de los alimentos que les eran servidos en el desayuno escolar. Pero, después se determinó que no; que era que esas estudiantes estaban embarazadas.

En uno de los párrafos de la Carta Compromiso que los padres o tutores de los estudiantes de un afamado colegio del Distrito Nacional deben firmar se lee lo siguiente: “En caso de embarazo, asumo la decisión que la dirección del colegio tome en relación con la permanencia en el centro de los jóvenes implicados”.

Como vemos, los casos de embarazos de escolares y de colegiales no constituyen hechos aislados; se dan aquí con alarmante frecuencia, tanto en escuelas públicas como en los más encumbrados colegios privados.

¿Cómo los líderes políticos y comunitarios, las autoridades, los padres de las alumnas y los docentes estamos enfrentando un problema tan delicado como ése? Veamos.

Durante su participación en uno de los almuerzos que todos los miércoles ofrece el Grupo de Comunicaciones Corripio a figuras destacadas de la vida nacional, la señora Tilza Ares, directora general del Consejo Nacional de la Niñez (CONANI) expresó que los directores de escuelas y colegios que expulsen a las adolescentes embarazadas a causa de esa condición pueden recibir sanciones de seis meses a un año de prisión; también, si retiran a un estudiante por asuntos de discriminación, por falta de pago, o por carecer de acta de nacimiento.

No sabemos si los ejecutivos del CONANI se habrán dado cuenta que dicha ley es letra muerta. Que aquí cuando una escolar o colegiala resulta embarazada de inmediato es expulsada del plantel. También, cuando sus padres o tutores no pueden solventar el costo de sus estudios.

Somos de opinión que a la escolar o colegiala embarazada no debe negársele el derecho a la educación; derecho éste que ni a los criminales se les niega. Claro está que cuando una adolescente resulta embarazada debe serparársele del grupo y enviársele a otra escuela o colegio, ya que su permanencia en el plantel será una permanente invitación a que otras hagan lo mismo.

Cuando este redactor tenía cuatro años de edad asistía al jardín de la infancia del Colegio Serafín de Asís, el único que en la década de los años cuarenta ofrecía a niños y a niñas educación inicial. Pero, al poco tiempo de estar allí, las monjas les pidieron a mis abuelos que me enviaran a otra escuela o colegio. ¿Por qué? Porque mientras los demás niños y niñas pintaban o simulaban que pintaban carros, casas, bolas, etc., yo me empecinaba en dibujar desnudos. Y las monjas no toleraban ese tipo de inquietudes. Mis tutores me matricularon en el Colegio Dominicano De la Salle. A partir de entonces, nada extraordinario me pasó. Mi vida transcurrió con normalidad hasta abril de 1965.

En la UASD ocurría que un número cada vez mayor de estudiantes asistía a clase con un bebé en brazo, teniendo, en ocasiones, que abandonar el aula para acallar sus gritos o para amamantarlo. Gracias a los aportes económicos del Despacho de la Primera Dama, las autoridades de la Universidad estatal acaban de construir un albergue infantil donde pediatras, orientadores, psicólogos y otros especialistas atienden y alimentan a niños mientras sus madres asisten a cátedras. No preguntamos: ¿Qué responsabilidad asumen los padres o los abuelos de esos niños y niñas que la UASD cuida y alimenta?

El martes pasado en la mañana asistí a la X Feria Internacional del Libro. Una vez allí, emplee una buena parte de la mañana en servir de guía a un grupo de escolares interesados en conocer la obra del periodista y escritor Miguel Guerrero. Mientras le informaba al grupo dónde ese día podían encontrarse con Miguel, aparecieron unos jóvenes luciendo unos vistosos uniformes. Se trataba de los edecanes de los invitados extranjeros. Al verlos, con la vista fija en uno de ellos, una niña exclamó: ¡Qué papi ¡Le llamé la atención a esa adolescente recomendándole que, antes de enamorarse, terminara de crecer.

El problema del alto número de escolares y colegialas embarazadas es mucho más complejo de lo que se creía. Volveremos sobre el tema.

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