Escrito en el vacío de Basilio Belliard Siempre he pensado que la filosofía y la poesía no caminan lejos una de la otra, ya que el poeta expresa a través de la metáfora y el lenguaje simbólico lo que el filósofo quiere decir mediante los conceptos y la lógica argumentativa.

Escrito en el vacío  de Basilio Belliard  Siempre he pensado que la filosofía  y la poesía no caminan lejos una de la otra, ya que el poeta expresa a través de la metáfora y el lenguaje simbólico  lo que el filósofo quiere decir mediante los conceptos y la lógica argumentativa.

El libro Escrito en el vacío presenta ya de por sí una dificultad, el mismo título es ya un desafío para el pensamiento al pretender encontrar la lógica de tal asunto. Si a eso añadimos el mensaje que se nos presenta en la imagen de la portada con el reloj de arena nos daremos cuenta que esta obra nos encamina por una temática que expresa la condición humana, con sus límites, sus bellezas y sus lados oscuros.
El nuevo libro de Basilio Belliard – Escrito en el vacío- encierra una profunda concepción filosófica sobre la condición humana en sentido general, sobre la vida y la muerte, el amor, el egoísmo, la felicidad, el ser, la trascendencia, lo absoluto, la muerte, las virtudes y las mezquindades humanas.
Basilio, en esta obra, me atrevería a afirmar que presenta su visión de la vida y de la realidad de una forma más completa que en sus libros anteriores. Cada máxima o sentencia nos invita a la reflexión, nos pone en el umbral de la filosofía misma, es una ventana que se abre para que por nosotros mismos contemplemos la vastedad del inmenso bosque.
Por su propia naturaleza el aforismo es breve, pero encierra una idea que da paso al cuestionante, a la actitud inquisitiva, obliga al lector a buscar por sí mismo el agua que pueda calmar su sed.
En “Breviario para un Dios personal” nos plantea su propia visión metafísica de la vida, acentuando que el tema de Dios se caracteriza por el misterio, tal como lo afirma en la primera sentencia del libro: “si Dios existe es porque es un misterio”, para luego afirmar que “el vacío de Dios lo llena la religión y la poesía, recordándonos la búsqueda del espíritu absoluto del filósofo Hegel que hablaba de esas tres partes del itinerario: la religión, el arte y la filosofía.
Esta forma de escritura permite al autor de vez en cuando jugar con humor, como esta máxima que dice” La muerte es un parpadeo de Dios”. Parecería que Dios, cansado por tantas peticiones y agobiado por tantas travesuras que cometemos los humanos, se cabecea un momento, instante que aprovecha la muerte para deslizarse sigilosa a cortar los sueños de los mortales.
El segundo acápite titulado Odisea del Ser, manifiesta una visión muy existencialista de la vida, el lado difícil y duro de la existencia. Existo, pero en una existencia que se desarrolla en la precariedad, al filo de la nada, del no ser. Aquí la mayoría de las sentencias hablan sobre la muerte, esa condición de la vida que pone límite total a todas las aspiraciones humanas. La muerte encierra en sí misma el temor, no tanto a ella, sino a lo que pueda venir. Así lo reconoce el autor cuando dice: “El hombre le teme más a la muerte que a la inmortalidad porque le atormenta el destino que le pueda ocurrir a su alma. Sabe desde que nace que morirá, pero desconoce el designio de su vida mortal”.
Muchos filósofos, desde Sócrates, pasando por Epicuro y los estoicos, han tratado de alertar sobre este temor a la muerte, pero esto no ha impedido que el temor siga y que sigamos muriendo. La muerte es siempre un acontecimiento que se da en el otro. De ahí se desprende que: “La gran hipocresía de la vida consiste en que vivimos como si la muerte no tuviera nada que ver con nosotros. Siempre estamos pensando que todo el mundo es digno de la muerte, excepto uno mismo”.
En el tercer acápite titulado “El pozo de la dicha” trata el tema del amor, pero un amor que no está del todo exento de dolor, tal como lo dice el autor: “el amor duele en el alma”. Y es que el amor implica una entrega, aceptar, convivir con una persona que es tan imperfecta como uno mismo. El amor, ese sentimiento puro y noble está moldeado por la propia condición humana, de por sí débil, sujeta a todo tipo de limitaciones.
Los tres acápites siguientes: El sueño de la pasión produce visiones, El color de la eternidad y Linterna de Clío tratan sucesivamente el tema de la imaginación y la ficción y la realidad, el tiempo y la eternidad y la memoria y el olvido.
En poética del vacío expone su propia idea sobre la poesía afirmando: “La poesía es el ojo con que percibo el mundo, ocupa en mí el espacio de la religión o de la ciencia”.
En la parte titulada el vinagre de los amargados, así como en la que se titula la vanidad de los ególatras, analiza de manera muy certera las actitudes de los envidiosos, narcisistas y de muchos críticos amargados. De ese modo afirma que “El narcisismo es la religión de los egoístas” y que “el odio se alimenta con la envidia” Una imagen espectacular de este tipo de persona nos la refleja en la siguiente máxima: “El mejor amigo del ególatra es su propia figura en el espejo”.
Ya les había dicho anteriormente que mediante el aforismo podemos expresar conocimiento y al mismo tiempo tener presente el humor y el sarcasmo. Es lo que sucede con esta expresión contenida en “La vanidad de los ególatras”: Unos leen mucho y no escriben; otros escriben mucho y no leen, y otros no leen ni escriben, pero compran muchos libros”.
El libro Escrito en el vacío es más un libro filosófico que literario, si bien es cierto que su autor es poeta y ensayista, la preocupación por los temas propios de la filosofía es latente, sobre todo aquellos que nos arrojan al espacio donde vivimos nuestra propia contingencia. Despliega mediante sentencias breves, los grandes problemas antropológicos que siempre han preocupado a la filosofía y que vivimos y experimentamos en nuestra diario vivir.
Basilio Belliard no contrapone la profundidad filosófica de las sentencias con el buen decir, es decir, el uso de un lenguaje poético cautivante, el cual a través de la metáfora deja más cosas ocultas que las que dice y es ahí a mi modo de ver uno de los grandes aciertos y valores de este libro: la invitación a pensar por cuenta propia.
Todos sabemos que para que exista la filosofía no basta con saber y recitar o repetir lo que ya los pensadores del pasado han dicho, hace falta, además, asumirlo de manera propia, tomando y dejando, haciendo una reflexión propia, cada cual la suya. Estos aforismos nos colocan al borde del inmenso espacio para que emprendamos nuestro propio camino.
Siguiendo muy posiblemente al filósofo Epicuro, uno de los temas que trata es el de la amistad y el de ser agradecidos. La gratitud como una cualidad que nos hace más humanos. Del mismo modo que el ingrato, el soberbio y el que busca hundir al otro es objeto de duras críticas en esta obra. Del mismo modo el crítico mordaz que se deleita en avasallar a los demás únicamente fundamentado en el prejuicio.
Este libro nos habla sobre los principales avatares de la naturaleza humana, escrito de forma poética y hasta divertida.

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