Escritor cubano afirma que debate sobre política cultural «no ha concluido»

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La Habana, (EFE).- El escritor cubano Reynaldo González, uno de los promotores de una inédita polémica de intelectuales y artistas sobre la política cultural de los años 70 en Cuba, afirmó ayer que «el debate no ha concluido» y que hay «un antes y un después» tras la denominada «guerra de los e-mails».

González retomó durante la presentación del último número de la revista «Casa de las Américas», el tema que provocó en enero pasado un activo debate por correo electrónico entre un grupo de intelectuales cubanos que manifestaron su disgusto ante la reaparición en la televisión estatal de dos ex censores del llamado «Quinquenio Gris», Luis Pavón y Jorge Serguera.

Así se recuerda al periodo 1971-1976, especialmente duro para la cultura por la censura que condenó a la marginación a decenas de escritores y artistas por su condición homosexual o su supuesta falta de compromiso ideológico con la revolución.

La revista publica el texto de la conferencia «El Quinquenio Gris- revisitando el término», leída por el escritor Ambrosio Fornet el 30 de enero último en la propia «Casa de las Américas» durante la primera de una serie de reuniones en las que participaron centenares de artistas con las máximas autoridades culturales de la isla.

Reynaldo González, Premio Nacional de Literatura 2003, dijo en la presentación que «después de lo vivido y denunciado por Fornet y por muchos de nosotros, unos con más argumentadas razones, todos con firmeza, a la cultura cubana solo le queda por delante las rectificaciones, no detener la andadura hasta que estén al fiel las balanzas de la comprensión y de la unidad».

«Lo señalé a tiempo, la cultura puede resultar dañada por decreto pero los decretos no sirven para restañar esas heridas porque siendo inferidas en el cuerpo de la inteligencia y de la sentimentalidad colectiva, actúan en un organismo que no es otro que la conciencia de una sociedad», señaló.

En su opinión, el aprovechamiento de «circunstancias contingentes y de prejuicios» contra los que «una sensata conducción cultural debió combatir y no alimentar, emponzoñaron la vida de los escritores y artistas cubanos, causaron un daño cuyas dimensiones mal calculadas reaparecen con dolida persistencia».

«Con la que algunos llaman «guerra de los e-mails» los intelectuales cubanos entramos en una saludable revisión de «crímenes» culturales cometidos en la década de los setenta, al amparo de una equivocada conducción que dio rienda suelta a la discriminación, la intolerancia y la homofobia hasta crear un clima que dañó profundamente nuestra cultura», remarcó.

Para González, «esos daños, como es de suponer, agredieron también el prestigio de la revolución y pusieron en duda su humanismo que es su razón de existencia».

«Las ramificaciones y consecuencias de aquellos «crímenes» -no asombre la palabra- tardan en curarse», apuntó, pero al mismo tiempo indicó que «el debate no ha concluido, (…) no se le puede sofocar así».

En ese contexto, González elogió el homenaje realizado a finales de 2006 en «Casa de las Américas» al escritor chileno Pedro Lemebel, de abierta condición homosexual, y el hecho de que ahora la institución cultural dedique 40 páginas de su revista a «su figura de excepción y su obra».

«Cuando mucho se habla de la diferencia, de los derechos del género, del respeto a los demás, pero mucho también se obvia el compromiso a que obligaría esa oratoria, la personalidad de Lemebel resulta paradigmática», apuntó.

En declaraciones a Efe, González dijo que «si» hay «un antes y un después» de la «guerra de los e-mails», aunque sostiene que «no son cambios espectaculares», considera que en Cuba » están cambiando mucho las cosas, los debates continúan en el Instituto Superior de Arte y en provincias».

Explicó que sobre todo se ocupan de persuadir a aquellas personas que de buena fe adoptaron un modo de ver el arte y la literatura condicionado por teorías completamente dogmáticas y fatales para un país de cultura joven.

«Todo eso fue una impostación estalinista y eso no es fácil de arrancar en un país tan politizado», recalcó.EFE

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