Escritor Junot Díaz
Cautiva público con sus ocurrencias y mal español

<STRONG>Escritor Junot Díaz<BR></STRONG>Cautiva público con sus ocurrencias y mal español

“Si pudiera cambiar algo de mi país sería a los políticos y sus amiguitos, los reuniría y les tiraría una bomba atómica”, así de directo y ocurrente, como cualquier joven criollo sentado en una esquina con grupo de amigos del barrio, es Junot Díaz. Y así de crítico, aunque salpicado de humor, se presentó ante el nutrido público que asistió al acto en el que se dio a conocer la edición dominicana de su novela “La breve y maravillosa vida de Óscar Wao”, con la que se convirtió en el primer dominicano, y segundo en América Latina en ganar un premio Pulitzer.

Estudiantes universitarios, políticos, empresarios, una nutrida gama de las figuras sociales de siempre, mezcladas con una que otra artista de televisión, llenaron el Gran Salón del hotel Meliá hasta el tope, y no era para menos: aquello, definitivamente,  más que una típica presentación de un libro fue encuentro con un escritor como los hay pocos en esta generación, que dice lo que piensa con desparpajo  y hasta se burla de sí mismo: “Tengo que dejar de fumar, ya estoy empezando a perder el hilo”.  

Enfundado en unos juveniles jeans con una  chaqueta a rayas azules  y blancas,  Junot estuvo acompañado en un set de coloridos sofás a modo de programa de TV; de Ruth Herrera, de Alfaguara y del joven escritor Frank Báez.

Desde que inició el acto, pasadas las ocho de la noche, hasta que culminó una hora y pico después, las constantes ocurrencias del escritor, acompañadas de una que otra “mala palabra” en un español a medias, mantuvieron a la concurrencia cautiva.

“De los 10 mil dólares del premio, quedaron seis mil por los impuestos. De esos le di la mitad a mi mamá, pagué un mes de  renta, me compre un saco Hugo Boss y le regalé un pasaje a Santo Domingo a una de mis sobrinas”, comentó al hablar de la magnitud de un premio Pulitzer.

También dijo, sin sonrojarse que su padre era un gran mujeriego y que a su hermano le dieron la cara bonita y a él el cerebro.

En tono más crítico manifestó que en la sociedad dominicana hay mucha doble moral. “Porque mira hay gente que cree que los haitianos hay que matarlos a todos, y los matarían si pudieran, y luego se meten a rezar en una iglesia».

Al final, unas cinco personas del público tuvieron la oportunidad de realizar sus preguntas, incluyendo un señor que tomó el micrófono y le dijo que le firmara el libro porque él tenía hambre y ya quería irse a cenar para su casa.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas