Santiago de Chile, Chile.- Cuarenta y dos años después del golpe liderado por Augusto Pinochet que dio paso a un régimen de terror, los escritores chilenos exiliados en Suecia regresan a su tierra natal para escudriñarla desde su experiencia en el país europeo que más refugiados políticos recibió durante la dictadura.
Desde 1973, miles de chilenos encontraron asilo en el país nórdico que les permitió perpetuar el valor de los ideales, esperanza y libertad. Actualmente se estima que en Suecia viven entre 50.000 y 60.000 chilenos, la mitad de los cuales llegaron durante los años posteriores a la instauración del régimen militar.
“Suecia fue un país muy generoso con los refugiados chilenos y creo que Chile no ha sabido agradecérselo”, dijo a Efe el antropólogo y escritor chileno afincado en Suecia, Enrique Pérez.
Pérez y otros escritores chilenos radicados en Suecia, quienes se reunieron en Chile con motivo de la Feria del Libro de Santiago, lamentan que el país austral no haya sido capaz de agradecer de forma más vehemente la solidaridad del pueblo sueco.
No hay una sola calle ni una pequeña plaza de la capital chilena que rinda homenaje al exembajador del país nórdico, Harald Edelstam, o al ex primer ministro de Suecia, Olof Palme, quienes en 1973 impidieron que centenares de chilenos cayeran en manos de los organismos represivos del régimen militar.
“Desgraciadamente Chile está mucho más pendiente de las relaciones económicas y de los intereses corporativos y no tiene energía ni tiempo para reconocer a esos héroes olvidados”, sentenció Enrique Pérez.
Después de dos años de encarcelamiento y torturas, Enrique Pérez, liberado en 1976, decidió escapar del horror en Chile tras lograr un visado de refugiado político para Suecia. “Durante los diez primeros años, un grupo de jóvenes exiliados en el país europeo estábamos empecinados en urdir un plan para poder volver a Chile y derrotar la dictadura, pero con el tiempo nos dimos cuenta de que la iniciativa iba a ser un desastre” explicó el chileno, profesor de la Universidad de Malmö, en el sur de Suecia.
Desde el momento en el que descartaron retornar a su tierra natal, los jóvenes chilenos quedaron “totalmente fracturados” y, tras asimilar su nueva condición de “miembros de la diáspora”, tuvieron que reinventar sus vidas, que escribirían lejos del país que los vio nacer. Pérez estudió antropología y se lanzó a escribir, una tarea que le permitió reflexionar, desde una nueva perspectiva, acerca de fenómenos sociales y personales como el exilio.
Este también fue el caso del sociólogo y escritor Daniel Tobar, quien escapó de Chile un mes después del golpe de Estado tras negarse a hacer el servicio militar obligatorio.
Después de un gran periplo por Argentina y distintos países europeos acabó en Suecia desde donde tenía la esperanza de poder seguir luchando para echar al dictador. Aunque el exilio no conforma el tema central de sus obras, su experiencia en ambos países le ha permitido tener “una visión mucho más amplia de la naturaleza del ser humano».
Treinta años después del golpe de Pinochet, Tobar pudo volver a pisar las calles de su humilde barrio santiaguino y se sorprendió del retraso que vivía Chile respecto a la liberación femenina, un tema que le inspiró para escribir “Verónica”, una novela en la que describe las dificultades que debe enfrenta una madre soltera en Santiago.
El cronista y traductor Omar Pérez, quien inició su relación con el país nórdico a fines de los 70 cuando -después de que la policía secreta de Pinochet se llevara a su padre y a su hermano- decidió pedir refugio a la embajada sueca en Santiago.
Para el traductor al español del Premio Nobel de Literatura 2011 Tomas Tranströmer, Chile y Suecia comparten mucho más que los fuertes lazos históricos. “Existe una afinidad entre los poetas chilenos y suecos.
Quizá un cierto aire de intimidad y un gran amor por la naturaleza y los bosques, que pueblan gran parte de ambos países”, dijo a Efe el experto en literatura sueca.
Para todos ellos, cuyas vidas siguen anclada en ambos puntos del planeta, los países nórdicos y Chile seguirán siempre conectados tanto por su genealogía como por sus palabras, teñidas por los aromas boscosos.