Escritores indecisos

Escritores indecisos

Los escritores casi siempre son mal interpretados; lo mismo si prolongan unas tradiciones literarias que si las rompen o las funden en apretada síntesis. Son “flagelados perpetuos”. Tanto si se habla de ellos como si se les ignora. Cuando se habla mucho de un escritor, lo más probable es que sea para destacar los aspectos menos valiosos de sus trabajo, algún elemento “colorista” o tono costumbrista; a veces todo descansa en una simple anécdota escandalosa de su vida privada. Cuando no se le menciona en absoluto, las más de las veces se trata de asuntos políticos o ideológicos; ese escritor no es grato para “el régimen imperante”.
Los críticos suelen adornar sus textos con “incrustaciones” de ironía. Burlarse de un escritor es una forma de mostrar la superioridad intelectual de quien hace la crítica. En ocasiones, los críticos no conocen los libros previos del autor cuya nueva obra comentan; les interesa “la noticia bibliográfica de la semana”. Por tanto, sin contar con el torso de la obra del escritor, se limitan a examinar el sombrero o la corbata. Los escritores ligados al periodismo sufren, adicionalmente, “presiones populistas”; se les aconseja “contar con el público”, no tratar temas “demasiados elevados”, por encima del “nivel medio” de los gustos de la población.
Si los escritores siguieran, en todas los casos, las indicaciones de otros, jamás escribirían un sólo párrafo que reflejara sus personalidades, preocupaciones intimas o estilos de vida. Añádanse a estas “solicitudes de acomodamiento”, los vaivenes de las economías y frecuentes privaciones de las libertades ciudadanas. Sin embargo, el ingrato oficio de escritor sobrevive a “modas frívolas” y terremotos sociales. Ellos encuentran, bajo la hojarasca de la publicidad y las conveniencias inmediatas, los temas eternos de la vida humana.
Indecisos y amedrentados, los escritores “se adaptan” a las circunstancias; por momentos intentan imitar a los políticos y a las estrellas del cine. Gracias a Dios, la mayor parte de ellos “recapacita” y regresa a su misión original: la de tocar el nervio de los problemas de la sociedad, las angustias que nos socavan todos los días. Entonces logran un milagro de solidaridad y comunión: ser leídos y releídos a pesar de las opiniones de críticos adversos. (16/6/2013).

Publicaciones Relacionadas

Más leídas