Escritores ingleses en sus casas (Sherlock Holmes)

Escritores ingleses en sus casas (Sherlock Holmes)

En verdad debería decir Sir Arthur Conan Doyle, quien fue el médico y escritor que creó el famoso detective Sherlock Holmes en el 1887. Este personaje fue recreado en nueve novelas y relatos, la primera “Estudio en Escarlata, novela donde se inicia la “vida” del famoso detective inglés. La obra fue terminada en el 1886, y, luego de varios intentos de publicarla, se vio forzado a venderla por 25 libras esterlinas cediendo los derechos. Al principio la obra no tuvo gran aceptación, pero es a partir de la primera reimpresión en el 1889 en que se acepta a nivel del público. En la segunda novela “El signo de los cuatro” en el 1890, es donde aparece su entrañable cofrade el Dr. John H. Watson, su compañero, amigo y cronista, aristócrata de formación, con quien nunca llega a tutearse, siempre se llamaban por sus apellidos.
El autor Sir Conan, nació en Edimburgo en la calle Picardy Place. En nuestra primera visita a Escocia hace ya unos años, fuimos a visitar su antigua casa victoriana, nos encontramos que desde el 1920 funcionaba un hotel de poco lujo, lo que los ingleses llaman un “bed and breakfast”. En honor a Conan, en esa calle hay una estatua de Sherlock, la casona había sido diseñada por el propio Conan. En el 2012, se salvó de ser demolida por las condiciones de deterioro en que se encontraba. La primera vez que viajé al norte de Inglaterra (Edimburgo) fue por nuestra condición de diplomático en Londres, en la ocasión fuimos invitados elegantemente a una muy regia degustación y maridajes de whiskys por varias de las más prestigiosas destilerías de Escocia. Se considera, que el personaje de Sherlock Holmes, fue inspirado por el Dr. Joseph Bell, uno de los profesores de la Escuela de Medicina en la Universidad de Edimburgo, experto en medicina forense. En ese entonces el autor tenía 17 años y el inteligente médico le dejó una gran impresión al joven Conan, entonces estudiante de medicina. De ahí la figura alta y delgada del personaje, su pipa, su abrigo con hombreras y su característico sombrero, haciéndolo el detective más famoso de todos los tiempos. Este era un individuo de ojos penetrantes, que tocaba el violín y usaba cocaína y era el arquetipo del investigador cerebral por excelencia, caracterizado por su gran inteligencia, una vasta capacidad de observación y un amplio razonamiento deductivo que demostraba. Al momento estoy disfrutando de un Sherlock Holmes moderno en la televisión, pues en la actualidad la BBC Entertainment de Londres, está presentando una serie sobre el personaje interpretado por el inglés Benedict Cumberbatch.
Las tramas de los crímenes investigados se discutían en gran medida en el centro de Londres, en la calle Baker Street, donde compartían apartamento y donde contendían el famoso detective y su amigo el Dr. Watson. Hoy en el número 221B de dicha calle está abierto al público el museo de Sherlock Holmes. Sabemos que este fue un personaje que no existió pero con la agradable museografía todos se hacen “reales” en un despliegue de los elementos mencionados en las novelas, desde su abrigo, su pipa, sus lupas, microscopios, hasta fotos y montajes de las escenas de los crímenes que tan exitosamente investigaba. Mi esposa y yo vivíamos en Londres muy cerca de este museo, en la calle Shouldham St. Sentí nostalgia recordando este muy aristocrático vecindario del centro de Londres, a dos cuadras de Regentpark (El Parlamento de Westminster), allí fue donde nació mi hija Carolina, y vivimos los últimos años de nuestro entrenamiento neurológico en Inglaterra. Recuerdo del vecindario, el restaurante italiano “Anacapri” de la Calle Dorset 10, casi esquina Baker Street. Giuseppe nos recomendaba: de entrada Trota a la Cleopatra (salmonata fresca, con hongos portobellos rellenos), luego Bistacca a la pizaiola (Sirloin, en vino de marsala siciliano y un alcaparrado), terminando con sus famosos helados Giolitti, claro que acompañado todo esto de un vino tinto italiano exquisito, siempre un “Brunelo di Montalcino”. Sigamos disfrutando todos del genial detective que acuñó la frase: “elemental mi querido Watson”.

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