Escuche esos reclamos, Presidente

Escuche esos reclamos, Presidente

BIENVENIDO ALVAREZ-VEGA
La administración del Presidente Fernández debe prestar atención a los resultados de la encuesta Gallup-Hoy que enjuician el desempeño de su gobierno en once diferentes áreas de trabajo, durante el primer año. Si nos llevamos de los mismos habría que convenir que los ciudadanos y ciudadanas tienen una opinión muy pobre acerca de la labor cotidiana del gobierno.  La excepción es la educación pública. Después, hay muy malas notas para lo que se ha hecho en materia de energía eléctrica, en el combate a la corrupción administrativa, en el renglón de bajar los precios de los artículos de primera necesidad, en la generación de nuevos puestos de trabajo, en el transporte público, en la salud pública, en el ataque a la delincuencia, en el control y regulación de la migración ilegal de haitianos, en la estabilidad de la economía y en el tráfico y consumo de drogas.

Algunas figuras influyentes del Poder Ejecutivo han atribuido estos resultados a la presunta inhabilidad que ha tenido el gobierno para dar a conocer de forma convincente sus políticas y sus logros. Otros han reconocido que ha habido limitaciones en el trabajo debido al peso de la crisis heredada y al hecho de que, en consecuencia, la administración ha tenido que concentrar sus estrategias y esfuerzos en la búsqueda de soluciones para esa crisis. Fuere lo que fuere, lo cierto es que hay una expresión de las percepciones que tiene la población votante de los resultados de las políticas puestas en marcha durante el primer año de gestión del doctor Fernández. Y esta expresión no es precisamente de ponderación de lo hecho, sino para decir que es pobre y negativo, y en algunos casos muy pobre y muy negativo.

Tengo la impresión de que casi todos los dominicanos reconocemos el esfuerzo del gobierno para devolver a la economía la estabilidad necesaria para crear un clima de negocios y de tranquilidad entre los empresarios y consumidores. Su equipo económico ha tenido, hasta el momento, una coherencia visible, un gran espíritu de trabajo y una claridad en sus metas. Quizás ha sido muy dependiente de los organismos internacionales, pero para ser de otra manera  tendría que disponer de un apoyo político que, a juzgar por lo que conocemos, no parece que sea el caso. Los resultados del trabajo de este equipo están presentes en el día a día.  Tenemos un peso más vigoroso frente al dólar de los Estados Unidos, estabilidad cambiaria, baja tasa de interés, renegociación de la deuda externa, y niveles de precios mucho más bajos que hace 12 meses. Hay cumplimiento de los acuerdos con el Fondo Monetario Internacional, incluso más allá de lo exigido y de lo razonable. Pero un gobierno es economía y muchas otras cosas.    

 El jefe del Estado tiene una fascinación particular por los temas de la globalización y del gobierno electrónico. Tanta, que todos sus discursos y conferencias pasan por ambos temas. El doctor Fernández quiere que el país quede bien insertado en ese fenómeno tan poliédrico que se llama globalización. Desea que todos comprendamos la importancia del mismo y como la globalización está cambiando la faz de la tierra, las mentalidades, las relaciones y las personas, las sociedades y los Estados. A uno le parece que es este un gran esfuerzo presidencial, un esfuerzo que procura, en esencia, que la República Dominicana no se quede rezagada en los cambios que hoy se producen de forma acelerada. También quiere el mandatario que los dominicanos se apropien de las infinitas posibilidades que a los productores, a las empresas, a las escuelas, a las universidades, a los centros de salud, al gobierno y a las personas ofrece la maravilla de la computadora, de la era digital. Creo que nadie se atrevería a cuestionar esta aspiración. Tampoco nos parece que haya dominicano alguno que objete la instalación de un gobierno electrónico que facilite las operaciones y que imprima claridad, prontitud y transparencia a  todas las transacciones.

Ahora bien, es imposible olvidar el estado en que se encuentra la nación dominicana. Hacerlo sería caer en el ilusionismo, en sobreponer nuestros deseos a la realidad. Lo saludable sería regresar a las sabias enseñanzas que recibíamos en nuestros días de estudiantes universitarios, cuando se nos decía que debíamos movernos hacia las metas, hacia los sueños, hacia las utopías, desde nuestra realidad, sin perderla de vista ni siquiera por un instante. En otras palabras, las grandes metas  —loables y necesarias para motivar los esfuerzos y la creatividad—  siempre deben estar presentes, en las personas y en los pueblos, pero sin  perder de vista que son puntos de llegada, jamás puntos de partida. La República Dominicana necesita hacer frente a sus cotidianidades, a sus problemas de subsistencia, a sus precariedades, a las miles de limitaciones que enfrentan los ciudadanos en el transporte público, en los hospitales, en las escuelas, en la búsqueda de trabajo, en la compra de alimentos, en la adquisición de textos escolares, etcétera. Los resultados de la encuesta que comentamos indican, en primer término, que hay una población que espera de este gobierno esfuerzos concretos y amplios en esas áreas, por lo menos en diez de las once. Hacerlo demandará del gobierno y del Presidente Fernández nuevas políticas, nuevos énfasis y quien sabe si hasta nuevos discursos.

bavegado@yahoo.com

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