Escuela de guardianes

Escuela de guardianes

UBI RIVAS
Las barbaries que a ratos observa aterrada la ciudadanía en que incurren los guardianes privados, llamados por el vulgo guachimanes, no son pocas y el lector recuerda de golpe varias y posiblemente especifique una. Las compañías de guardianes privados es sabido que pagan salarios misérrimos a sus vigilantes, los someten a extensas jornadas de trabajo sin pagarles sobre tiempo (over time), ni disponen de seguro médico ni planes de retiro, ni mucho menos, seguro de vida.

Es decir, que las compañías de vigilantes dispensan a sus vigilantes un trato muy cercano a la esclavitud, bochornoso, muy poco humano y nadita cristiano. ¡O me equivoco? ¡O soy injusto y no veraz en mis afirmaciones?

La Secretaría de Estado de las Fuerzas Armadas, que es el organismo que regula a los guardianes privados, externó un pronunciamiento el día diez del presente mes de enero, en la voz autorizada del director de la Superintendencia de Vigilancia y Seguridad Privada, mayor general EN José Ignacio Holguín Balaguer, un oficial general con una densa formación profesional, un gran veterano y además, persona ilustrada y decente.

Puntualizó el alto oficial alguno aspectos para regularizar ese sector, empezando porque ninguna empresa de vigilantes puede tener o denominarse con nombres foráneos, sino autóctonos, es decir, que eso de Dominican Watcham y otros adminículos extranjerizantes, están ya prohibidos.

También expuso el mayor general Holguín Balaguer que en lo sucesivo los guardianes privados tienen que someterse a una evaluación física y sicológica, para determinar su aptitud tanto en uno como en otro orden, sobre todo, el segundo.

La Superintendencia de Seguridad y Vigilancia Privada dispone de un equipo profesional de sicólogos, psiquiatras, juristas, y que se apresta a inaugurar una escuela para formación de vigilantes, depurando la edad de cada uno, porque los hay que sobrepasan los 65 años y también haitianos.

Especificó que existen 200 empresas de guardianes de las cuales solo 144 están legalmente registradas, con un personal que excede los 60 mil individuos, es decir, tres veces más grande que nuestro Ejército Nacional, integrado por solo 22 mil efectivos, varias veces más que nuestra Fuerza Aérea que apenas si cuenta con siete mil efectivos y nuestra arma del mar que tiene seis mil soldados.

Ahora la mayoría de los vigilantes privados no son ex-militares, como en tiempos recientes, sino que provienen del sector civil, poco acostumbrado a las normas rígidas y el sagrado cumplimiento de las órdenes, como es la normativa de los institutos castrenses.

Como es posible apreciar en la descripción concerniente a los vigilantes privados, impera mucho de caos, es decir, desorden mayúsculo, y lo que se identifica rápido es la angurria por crear una institución de ese tipo para sus dueños lucrarse indebidamente, sin cumplir requisitos elementales que luego se traducen en desgracias para quienes los guardianes deben y tienen que enfrentar.

No existe ni la más remota instrucción de los dueños de vigilantes privados de inculcarseles a sus empleados que el uso del arma debe ser único y exclusivamente par su defensa personal en caso de riesgo extremo, no por indicar a una persona que no debe parquearse en un lugar y por desobedecer el llamado dispararle a quemarropa por las espaldas, como ha sucedido muchísimas veces.

Resulta un imperativo normalizar de urgencia ese sector para preservar vidas y que empresarios y ciudadanos tengamos confianza en los vigilantes.

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