Escuela de Sabaneta carece de un plantel

Escuela de Sabaneta carece de un plantel

SABANETA, HAINA.- Verla de lejos invita a la duda. Las tablas cruzadas sobre las ventanas de los dos viejos bloques de cemento, la enramada que se adivina a la distancia y la rancheta de madera que queda a la derecha no hacen suponer que en ese lugar está la Escuela Básica de Sabaneta.

Pese a la imagen, allí reciben docencia quinientos cuarenta y cinco alumnos que se dividen en dos tandas. Algunos, ajenos al espacio en el que están, parecen olvidar lo que les rodea. Otros, sin embargo, se quejan y manifiestan que les gustaría tener una mejor escuela.

«Dígale al gobierno que queremos una escuela arreglada, linda. No queremos seguir en una escuela así, de tablas», expresó José Aníbal Peña al tiempo de salir corriendo hacia su curso.

La directora, Dolores Maldonado, no protesta en nombre de la estética: arreglar la escuela, sobre todo en tiempos de lluvia, es una verdadera necesidad para ellos. «La planta física está en muy malas condiciones, no sirve. Cuando llueve, por ejemplo, llueve dentro y e’campa a fuera, hay que despachar a los muchachos».

Tras oírla, es fácil corroborar sus palabras: un vistazo al techo será suficiente para apreciar que las planchas de zinc están llenas de pequeños agujeros.

Señalando que no tienen problemas con las butacas ni con los libros de textos, Maldonado explicó por qué han tenido que colocar alambres de púas en los huecos que hay entre las paredes y las vigas del zinc. «Eso se ha tenido que poner ahí porque los muchachos de por aquí venían, rompían cosas y hacían desórdenes adentro. Con eso protegemos un poco pero aún así entran como quiera y nosotros tenemos que venir a limpiar los tollos que dejan».

[b]LAS AULAS, SUELOS Y VENTANAS[/b]

La escuela tiene cuatro aulas de cemento: tres en un bloque y una en otro. También con una rancheta de madera que alberga a dos cursos más y, además, con una enramada en la que se ubica un aula en horas de la tarde.

De las aulas de cemento lo que más llama la atención son las ventanas: sus grandes agujeros, que permitirían que cualquiera pueda cruzar a través de ellas, han sido «remendadas» con trozos de tablas que se cruzan y entrecruzan legándole al lugar una franca sensación de abandono.

Algo parecido sucede con los suelos. Aunque se nota menos, también se han arreglaron: han tenido que ser rellenados con cementos para evitar que algún niño se lastime, según indicó la maestra Miriam Merán.

«Eso es remendando, por ahí se iban hasta los muchachos. Por ahí había un hoyo por el que se iba una silla completa», dijo Merán al momento de señalar una de las esquinas del cuarto curso.

Dejando las condiciones del plantel, vale resaltar que la oscuridad se hace latente en varias de las aulas de la escuela. Sin luz, con esa iluminación, muchos niños deben acercarse al pizarrón para poder copiar sus clases.

En cuanto a la división de los cursos, Merán afirmó que en la mañana asisten los estudiantes de primero, tercero, cuarto, sexto, séptimo y octavo. Por la tarde se ubican dos cursos de inicial, un primero, un segundo, un tercero, un cuarto y un quinto.

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