Escuela en Guachupita está a punto caerse

Escuela en Guachupita está a punto caerse

Por MARIEN ARISTY CAPITAN
 Con una puerta de entrada que parecería colapsar y un techo de asbesto que tiene unos hoyos tan grandes que más bien parecerían tragaluces, la infraestructura de la Escuela Club Rafael Leonidas Solano pide a gritos que alguien se acuerde ella.

Ubicada en el populoso sector de Guachupita, este centro educativo fue fundado el 12 de febrero de 1969. En aquella época la construcción era lo que se necesitaba. Pero ahora, a punto de cumplir 36 años, es evidente que las paredes y el techo necesitan ser intervenidos. En el caso de las paredes, las grietas han comenzado a aparecer en algunas aulas. Esto no es de sorprender después que se escucha a los vecinos decir que esta escuela no se ha reparado desde su construcción.

Pero son las instalaciones sanitarias el peor dolor de cabeza de los casi mil estudiantes que asisten diariamente a este centro. Repartidos en tres tandas, los alumnos tienen que hacer sus necesidades en espacios que están sumamente deteriorados. Con mal olor, puertas rotas y sanitarios en mal estado, cualquiera se aguanta con tal de no entrar allí.

Si se habla de la electricidad el asunto se pone aún más oscuro. Amén de que casi nunca hay luz porque el barrio es castigado con largos apagones, en todas las aulas se pueden ver los cables eléctricos en el aire.

En algunas de las aulas los cables están sujetos a unas viejas vigas de madera. En otros, cruzan el espacio como si tratara de cuerdas para tener ropa. ¿Los interruptores? No hay señal alguna de que hayan existido alguna vez.

La falta de energía es un problema en algunas de las aulas puesto que son demasiado oscuras. Los chicos, sin embargo, parecen no pensar mucho en ello. Tampoco en el calor, por momentos agobiante, que se siente en algunos de los espacios. Al hablar de espacios, es necesario decir que hay cursos que no se están utilizando a causa de los grandes hoyos del techo. El sol que entra en ellos es, la verdad insoportable.

Por otro lado, los maestros temen que el asbesto se continúe rompiendo y lastime a alguno de sus chicos. Por ello, en realidad, es mejor olvidarse de utilizar estas áreas. En el olvido también han quedado las puertas y algunas ventanas. Un buen día, lastimadas por el tiempo, éstas desaparecieron dejando la nada en su lugar. Eso sin embargo, es mejor si toma en cuenta que las pocas puertas que quedan están en muy mal estado y al punto de caerse. Respecto a las butacas, que no son suficientes para la población estudiantil, hay algunas que están en una situación muy deprimente. Otras, más viejas y destruidas aún, descansan arrimadas en un oscuro rincón. «Cuando vienen todos completos (los estudiantes) no tenemos butacas», expresó uno de los docentes al tiempo de agregar que también les hace falta contar con mayor seguridad. ¿Cuántas butacas se necesita? Determinarlo fue imposible puesto que ayer a las once de la mañana había varios en los que no se estaba impartiendo docencia. Dos razones esgrimieron para ello: una parte de los maestros estaba cobrando mientras que otra participaba en una reunión propiciada por las autoridades educativas para organizar el carnaval. Descrita la situación de las aulas de la segunda planta, que son las que están peor, resta decir que las del primer piso tienen unas incipientes filtraciones.

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