Escuelas Libres, una entrada a la superación  de la mujer

Escuelas Libres, una entrada a la superación  de la mujer

Desde hace siete años, el Sistema Nacional de Escuelas Libres ha capacitado a miles de mujeres en oficios de corta duración orientados al trabajo productivo, como una manera de contribuir al mejoramiento de su calidad de vida.

“Yo estaba medio vaga, un día puse una vitrina frente a mi casa donde vendo distintos tipos de postres y bizcochos que aprendí a hacer en la Escuela Libre de las monjas, y  con eso me gano el peso y ayudo a mi esposo en el sostén de la familia.”

Quien se expresa de esta manera es Cándida Félix, una humilde moradora del barrio Los Alcarrizos, al norte de la capital dominicana, beneficiada por el Ministerio de Cultura a través del programa de las Escuelas Libres.

Como ella hay miles de mujeres en todo el país que han realizado los cursos de entrenamiento en el aprendizaje de diversos oficios de corta y mediana duración que imparten los profesores de las Escuelas Libres en 48  barrios y municipios de todo el país.

Integración familiar.   Al mismo tiempo de dirigir su trabajo a la formación artística de jóvenes y niños en situación de vulnerabilidad social,  los centros están dirigido especialmente  a amas de casa,  cuyo  propósito fundamental es prepararlas para cumplir nuevos roles y retos de cara al mejoramiento del ingreso familiar.

Igualmente, muchas de estas mujeres son también madres de los niños y jóvenes que estudian arte en las Escuelas Libres, de manera que ellas acompañan a sus hijos, en su formación y en las de ellas.

Estas disciplinas generan  fuentes de empleo y creación de microempresas. Las clases incluyen  artesanía, cocina, bisutería, joyería, fabricación de muebles y cortinas, diseño de interiores, construcción de lámparas y velones decorativos, diseño de moda, gastronomía internacional, manualidades y floristería, entre otras.

¿Qué son las Escuelas Libres?   Las Escuelas Libres, según explica su  director,  Angel Mejía, son espacios para la capacitación laboral, el aprendizaje artístico y el desarrollo de proyectos de animación sociocultural en comunidades barriales y municipales.

No tienen locales propios, dice Mejía, pero esto no constituye un problema, sino una oportunidad para que la gente se involucre en la gestión de sus propios espacios de aprendizaje, que se arman en cualquier instalación facilitada por la comunidad.

La terraza de un colmadón, el club deportivo o cultural del barrio, la escuela local, una iglesia o  la glorieta del parque, con el encuentro permanente de mujeres, jóvenes y niños que quieren aprender y maestros que van a facilitar el desarrollo de competencias, se convierte de repente en una Escuela Libre.

Así, a lo largo de siete años de existencia, el programa, que forma parte integral del Ministerio de Cultura, ha desarrollado cientos de  espacios en diversas localidades del país. 

Discapacitadas  se integran.  En Azua, el sistema cuenta con  un programa de formación para mujeres con varios tipos de discapacidades, proyecto que tiene lugar en el barrio La Bombita, con la colaboración del Círculo de Mujeres Discapacitadas.

Allí, la sordera, las dificultades motrices y otros tipos de disfunciones físicas, no impiden que las mujeres y jóvenes se reúnan tres veces por semana para reconstruir sus vidas.

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