Ese conflicto debe terminar

Ese conflicto debe terminar

Para estos tiempos ya las autoridades que administran el régimen de Seguridad Social deben tener una idea bien clara del origen de los problemas que dificultan la aplicación del Seguro Familiar de Salud.

Se sabe que ha habido abundantes quejas de asegurados que dicen haber sido excluidos inconsultamente de la Administradora de Riesgos de Salud a la que originalmente estaban afiliados.

También ha habido quejas porque otros han sido “mudados” de la ARS en que estaban, sin previa consulta y consentimiento.

Ha habido además quejas de pacientes porque al buscar asistencia en algunas clínicas les han dicho que su ARS no cubre determinados servicios, como ha sido el caso de  partos normales que sí están incluídos entre los beneficios del SFS.

En fin, debe haber ya abundante información que permitiría establecer el origen de los inconvenientes que continúan limitando los alcances del seguro familiar.

II

Algo que ha debido hacerse de manera abundante y desde el inicio del SFS es orientar a los ciudadanos acerca de los alcances de este seguro y los derechos que tienen a la hora de acudir en busca de asistencia médica.

Se sabe que hay muchos intereses que se mueven en torno al seguro familiar y que muchos de los inconvenientes en su aplicación tienen origen pecuniario, en perjuicio de los asegurados.

A quienes administran la aplicación de este seguro les corresponde poner las cosas en claro para impedir que los asegurados sigan siendo perjudicados en sus derechos, y la mejor manera de hacerlo es desplegando suficiente información y orientación.

Aparte de agotar los recursos del diálogo para tratar de lograr un funcionamiento armonioso y justo de la seguridad social, las autoridades deben apelar a lo que mandan las leyes y reglamentos relacionados con la materia.

 Este conflicto debe terminar.

Testimonio para la historia
Alan Greenspan, que fuera el gran gurú de la economía de  los Estados Unidos como presidente de la Reserva Federal desde 1987 hasta enero del 2006, cuando renunció, vierte en su libro “La edad de la turbulencia” un testimonio que desmorona todos los argumentos esgrimidos por el gobierno de su país para tratar de justificar la ocupación y mantenimiento de la guerra en  Irak.

Según Greenspan, fueron los temores de Washington por el manejo de los yacimientos petroleros de Irak, y no las “armas de destrucción masiva”, lo que llevó al Gobierno estadounidense a embarcarse en tan sangriento proyecto.

Si es como ha dicho el octogenario economista, ¿cómo evitar entonces las dudas sobre los resultados de las investigaciones sobre los atentados del 11 de septiembre del 2001, habida cuenta de que estos actos terroristas fueron el pretexto para incursionar en Irak?

Testimonios como el de Greenspan nos enseñan que la suerte de la humanidad está en manos de intereses capaces de llegar a todos los extremos. La sociedad estadounidense sufre esta vez  las consecuencias trágicas de ese estilo.

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