Ese hombre

Ese hombre

Samuel Luna

Ese hombre tenía una inclinación para generar justicia, orden y construir un Estado funcional. Su papel era obvio, era un reformador, más que un político convencional, un soñador, un estadista pragmático, un hacedor de utopías que nació para generar consciencia y bienestar colectivo. Ese hombre con sus perfectas imperfecciones y sus imperfecciones justificadas, logró salir de lo simple y de lo cotidiano. Desde su niñez fue confrontado por varios hechos sociales, políticos y por ocupaciones.

Nació en un ambiente afortunado y aventajado, pero socializó sus riquezas integrales con otros ideales encarnados en personas colindantes a él, con el único propósito de parir herramientas de cambios y metamórficas. Ese hombre sembró todo su ser en el corazón de la patria. Plantó tanto que fue absorbido por el mismo sistema que el diseñó , el monstruo social lo golpeó con sus garras forradas de mediocridad. A pesar de todo fue un gigante soñador, un libertador, un empresario, político y un gran poeta.

Sí, se dejó apresar, parece ser que estaba claro del misterio cristiano y del peso de la patria. Permitió ser apresado para evitar una guerra civil la cual aprovecharían sus enemigos para penetrar con más facilidad. Parece ser que él y Simón Bolívar estaban en la misma sintonía y suerte, también en diferentes esquinas geográficas y en otras líneas del tiempo. La suerte de Bolivar lo envolvió sin piedad, por eso fue traicionado y enviado a Hamburgo, Alemania; pero con todo y eso, la distancia no pudo inhibir su fuerza liberadora. Claro, es cierto que ese hombre fue tratado sin dignidad, lacerado por el filo de su misma sociedad.

Ese hombre se lanzó joven para liberar a una sociedad caótica y llena de escollos. Y él con menos de 26 años diseñó el Estado dominicano sin malicia, y ya con 31 años pudo ver materializado sus sueños; sin embargo; en ese instante el celo y la falta de dignidad e identidad arropó a Pedro Santana, golpeando a ese hombre que se había despojado de todo, bueno, casi de todo. Ese hombre fue arrojado a la hoguera por Santana, simplemente por volar más alto que las águilas, por saltar las barreras de las mediocridades. Ser rico no fue suficiente, ser filantrópico no lo salvó de la noche oscura eclipsada por el deseo del poder, y su fin fue la hoguera del exilio, aquella distancia geográfica que castra los deseos y los sueños liberadores. Fue tanto el dolor y el maltrato a ese hombre que sus sueños se convirtieron en vapor, el mismo vapor que hoy nos motiva a mantener un proyecto de Estado.

Y hoy, se recuerda a ese hombre con la bandera tricolor, con frases, cantos, y hasta con un nivel de patriotismo desenfrenado. Y si somos honestos, podemos llegar a la conclusión de que la mejor forma de honrar a ese hombre y perpetuar sus logros es promoviendo el orden, el imperio de la ley, la institucionalidad y como dijo ese hombre, Juan Pablo Duarte:
“Mientras no se escarmiente a los traidores como se debe, los buenos y verdaderos dominicanos serán víctimas de sus maquinaciones”.

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