Ese petróleo de Chávez

Ese petróleo de Chávez

BIENVENIDO ALVAREZ-VEGA
El gobierno ha decidido endeudar el país con las importaciones de petróleo y sus derivados desde Venezuela. Mordió el anzuelo que le puso el presidente Hugo Chávez, quien es obvio que está interesado en crear una cadena de dependencia de su crudo en casi toda América Latina. Este endeudamiento, que podría elevarse a los 500 millones de dólares o más por año, violenta la lógica que tienen los países para recurrir al llamado ahorro externo.

Es claro que la República Dominicana y países similares no generan los recursos financieros necesarios para solventar sus programas de desarrollo. Si los ingresos fiscales y el ahorro interno son insuficientes para financiar la construcción de carreteras y avenidas, escuelas, hospitales, presas y obras similares, entonces queda el recurso del endeudamiento externo, preferiblemente con los organismos multilaterales. La lógica financiera de las naciones aconseja buscar préstamos principalmente para los proyectos de desarrollo socioecómico, para grandes proyectos de lenta maduración, es decir, de rentabilidades no inmediatas, para obras que por su magnitud no puedan pagarse con los ingresos domésticos. La larga administración del Presidente Balaguer, la que más ha construido después del ajusticiamiento de Trujillo, cometió el error económico de financiar sus grandes y muchas obras con ahorro interno, principalmente. Si las presas, canales, edificios públicos, locales para escuelas y hospitales, avenidas,  autopistas y carreteras, acueductos y urbanizaciones, hubieran sido levantadas con fondos provenientes del Banco Mundial, del Banco Interamericano de Desarrollo y de la Agencia Internacional para el Desarrollo, de seguro que Balaguer  habría podido prestar una mayor y mejor atención a educación pública, a la salud pública, a la seguridad social, a los deportes, a los sistemas de alcantarillado y a la cultura. El líder reformista sacrificó sectores y políticas importantes para lograr las elevadas tasas de ahorro interno que consiguió. Se decía y todavía se afirma que era un mago alargando el peso, y es verdad, pero lo hizo sacrificando más allá de lo razonable áreas como las mencionadas, es decir, la educación pública, la salubridad, la seguridad social, los deportes, los sistemas de alcantarillado y las escuelas de bellas artes, sobre todo. Ahora vamos a cometer el error de endeudarnos para quemar derivados petroleros. Nos parece que se trata de una política equivocada y cortoplacista, que se vale de la ley del menor esfuerzo para encarar una crisis que reclama mayor creatividad del gobierno y mayor sacrificio de parte de la población en general.

La administración del Presidente Leonel Fernández cuenta con herramientas suficientes para diseñar políticas dirigidas a reducir el consumo de combustibles en aquellas áreas donde sea posible. El gobierno puede estimular la importación de carros pequeños, los llamados utilitarios, y, al mismo tiempo, disuadir la compra de los carros y similares de alto cilindraje. Solo tiene que recurrir a los aranceles para lograrlo. El gobierno debe organizarse para alternar el movimiento de vehículos, puede declarar el cierre de las actividades comerciales los domingos y puede también desarrollar una campaña publicitaria intensa y extensa  para convencer a los hogares sobre la necesidad de adoptar medidas para ahorrar consumo de energía eléctrica. Otro recurso que puede agotar el gobierno es la contratación de expertos extranjeros en ahorro de energía, tanto para la industria como para los grandes establecimientos comerciales y turísticos.

 La trampa del petróleo que está ofreciendo Chávez no solo es la del endeudamiento y  la consiguiente dependencia financiera. Está la otra, tan peligrosa como esta, como es la de  vincular a comportamientos políticos las concesiones de Petrocaribe. El Presidente Chávez es un autoritario de nuevo cuño que no ha parado mientes en amenazar con el corte de suministro de petróleo a países que ha considerado  con actuaciones adversas a sus intereses. Debemos vernos en esos espejos, sin perder de vista las observaciones veladas que ya hemos escuchado aquí, en nuestra propia tierra.

 El gobierno conoce estos detalles, porque más de un consejero y más de un experto lo han señalado con anterioridad. Sin embargo, ha pesado más el interés político del momento y el facilismo que las consideraciones de Estado ponderadas en el tiempo.

bavegado@yahoo.com

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