España es un país que tiene la vid de norte a sur, pues dirijámonos en dirección de los que más se parecen a un buen Borgoña ¿cuáles son?

[b]Los Rioja[/b]

Recuerdo haber encontrado un rioja desconocido en una tienda modesta en París en 1994. Su precio estaba barato, ya que los vinos españoles no tenían todavía mercado en ese entonces; indicaba que tenía seis años y que era un Reserva.

Quizás ha notado que las botellas españolas le facilitan la vida al consumidor, indicando en la contraetiqueta, atrás de la botella, si es Crianza, Reserva, o Gran Reserva. Si no indica una de esas tres categorías se trata de un vino que no le han dado crianza en barrica.

[b]Está listo para tomar[/b]

Si es un Crianza, usualmente está bastante listo para tomar, todo depende del año. Los Reserva a veces están buenos para tomar y, otras veces es mejor esperar, todo depende de la añada (llamada Vintage en inglés, y Millesime en francés).

Pues mi vinito salió de lo más bueno y ¡claro! fui inmediatamente a comprar más. Solo quedaban cinco botellas y las compré todas. Unas semanas mas tarde, durante una cena en casa, un amigo y miembro de la Academie de Bordeaux (grupo prestigioso de Burdeos) sentado al lado de una amiga periodista especializada en vinos, me dicen los dos: “¡Oye, que bueno está tu Borgoña!”.

Y es verdad que algunos Rioja, cuando están buenos y al máximo punto de madurez, recuerdan a la legendaria región de La Bourgogne.

Se quedaron los dos sorprendidos cuando les enseñé la botella; nos mostró que nadie sabe todo sobre esta bebida viviente y que hay que ser modesto, porque el vino siempre tiene sorpresas.

No recuerdo el nombre del vino. Volví a buscar más, pero ya era otra añada, mas reciente. La compré, pero no tenía nada como la anterior y no lo compré más.

Es fascinante como un vino cambia –diría de carácter y personalidad– según su año de nacimiento. Y pensándolo bien, debí de haber comprado un par de botellas y dejarlas envejecer a ver si quizás llegaría al nivel de placer que la añada anterior nos dio a todos, pero entonces no tenía cava adecuada. No lo sabré nunca. ¡Santé!