Las elecciones nacionales son un evento en el cual participamos personas, para elegir personas y el proceso es administrado por otras personas. En una palabra: las elecciones son una acción pura y completamente humana.
Por ello no veo razones de seguridad de respeto a los resultados electorales, cuando se organiza el certamen, de modo tal que la decisión más importante: la cuenta de los votos, se confía a un equipo electrónico más fácil de violar que la archiprotegida computadora del Pentágono, de los Estados Unidos, vulnerada y burlada más de una vez.
Quienes, como yo, hemos participado en elecciones nacionales y municipales desde 1952, hemos visto la organización y las exigencias tanto de la Junta Central Electoral como de los partidos políticos.
Estamos al día en el uso de teléfonos de última generación que me permiten, por ejemplo, hablar con mi nieta Julie Cristina, quien estudia en París, Francia, con solo marcar su número y que ella esté disponible.
Sí, pero, eso de que no me cuenten los votos físicos y sea una máquina, programada por alguien que puede crear una programación que cuente en favor de uno el voto que se depositó por otro, no me convence. No creo en ese sistema.
No veo ninguna razón para que no se vote con papeletas que cada elector deposite en presencia de los delegados políticos de su partido, que participen de la apertura de las urnas y del conteo de cada una de las papeletas.
De ese modo, estamos seguros de que los votos depositados en las urnas han sido contados de manera clara, en presencia de los testigos interesados y que los resultados son buenos y válidos.
Eso del voto electrónico ha tenido desveló fallos graves de seguridad en los sistemas de votación. Ese informe conllevó que, en 2008, el Gobierno volviera oficialmente tropiezos, “En el caso de Holanda, desde 1965 la legislación electoral permitió el voto electrónico. En 2006, sin embargo, un equipo de especialistas al voto en papel.
“Otros países, como el Reino Unido, parecen haber cerrado las puertas al voto electrónico. Entre 2002 y 2007, el país llevó a cabo cerca de 30 pruebas piloto, pero la Comisión Electoral declaró que no había suficientes garantías para continuar implantando esta tecnología. La idea, pues, quedó desestimada por completo.
“La mayor parte del pequeño grupo de países que lo adoptaron, lo abandonaron”. Se trata de los casos de Alemania, Austria, Finlandia, Holanda, Irlanda, Kazajistán, Noruega y el Reino Unido”.
Hay tiempo para contar mil o 1500 votos por mesa el día de las elecciones, dejémonos de quisondas y de meternos el pie para que el rival se caiga.
La insistencia también se pude tomar como parte de la intención de crear una diablura.