Daily News. Luego de ver los desafíos que enfrentan los haitianos, algunos residentes de zonas cercanas  quisieron darles una mano y hasta formaron organizaciones. Pero en la mayoría de  casos ellos mismos tropezaron con  desafíos que dificultaron la entrega de ayuda internacional.

En 1999, Mirlande Butler,  nativo de Haití, contribuyó a la conformación de la Fundación  Eritaj que promueve el desarrollo organizacional, social, económico y de salud en Haití. La fundación trabaja con más de 500 grupos en el país, incluyendo iglesias, escuelas y organizaciones de servicio comunitario.

“Tan pronto como salí de la escuela de trabajo social en BU, vi que había una costumbre que muchos haitianos habían iniciado el trabajo allá, ya sea con centros de salud en pequeñas escuelas o programas comunitarios tomando  como modelo lo que ven en Estados Unidos”, dijo Butler.

“Pero esos pequeños grupos no tenían ningún soporte, organización o recursos técnicos y humanos. Es sólo  una persona uniéndose a otra en un vecindario. Ellos necesitan de mucha ayuda”.

Eritaj envía voluntarios a Haití y se aplica a las subvenciones de la Agencia Internacional de Desarrollo de Estados Unidos (USAID), así como organizaciones más pequeñas. Los recientes disturbios políticos en Haití han hecho el trabajo del grupo más difícil.

“La esperanza es que yo tenga la posibilidad de ir tres veces (al año), pero no he podido porque la situación allá es todavía muy grave”, comentó. “Es realmente una lástima. Ellos están tan cerca de Estados Unidos  y nosotros somos un país pequeñito aproximadamente 8 millones de habitantes, 8,5 millones de personas. Me lama la atención que Estados Unidos está involucrado desde hace tanto tiempo y tan poco a cambiado”, confiesa Butler.

La moral de muchos haitianos, afirmó, está sorprendentemente alta a pesar de tener que soportar las enfermedades y pobreza. La paciencia de la gente, sin embargo, parece agotarse.

El involucramiento de Ashleigh Crowe’s en la ayuda a los haitianos inició una década atrás cuando ella sólo tenía 12 años y decidió iniciar una campaña para enviar tenis a los refugiados haitianos que vivían en la casa de al lado de República Dominicana.

“Mis padres tenían amigos de visita para la cena una noche, ellos apenas regresaban de República Dominicana y vi una foto de una niña”, dijo Crowe, que vive en Upton. “Vi la desesperación y como una niña de 12 años me dije hay algo que yo puedo hacer y eso es  enviar tenis”.

Ese esfuerzo se convirtió en la Ashleigh’s Student Army, que continúa proporcionando dinero y suministros y organiza viajes escolares para asistir a los haitianos refugiados.

El esfuerzo de Crowe también se ha hecho difícil por los disturbios en ambos Haití y su vecino República Dominicana, pero los esfuerzos del grupo han crecido considerablemente.

“Nosotros comenzamos con cinco niños y ha crecido a 5,000 voluntarios”, dijo Crowe. “En los pasados tres años, debido a la situación política, con los restricciones de viaje nosotros hemos tenido que recortar los viajes. Todavía estamos enviando suministros”.

El trabajo, sin embargo, ha ayudado a construir escuelas, encontrar lugares para que los refugiados produzcan y hasta construido villas para que ellos habiten”, dijo Crowe.

Crowe acaba de graduarse de UMass-Amherst, donde se concentró en la combinación de mercadeo, comunicaciones y negocios con un enfoque de cambio social.

Ella espera ampliar los esfuerzos para fomentar la filantropía corporativa para las causas que  apoya.

“Hay muchas oportunidades. Si, hay cinta roja pero hay mucho que se puede hacer”, dijo Crowe. “Hay un motón de empuje para que las empresas cooperen”.

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Muchas entidades

En Haití funcionan cientos de entidades que distribuyen y gestionan la ayuda internacional que llega a ese país.

Poca organización

Pero la mayoría de esas entidades carece de organización, estructura y los recursos necesarios para funcionar de manera efectiva.

No se ve

Los esfuerzos no logran borrar la extrema pobreza de Haití.