Esfuerzos para forjar una nación

Esfuerzos para forjar una nación

FABIO R. HERRERA-MINIÑO
La mentalidad isleña que predomina en la cultura dominicana ha sido el ingrediente vital para forjar una conducta muy particular de los comportamientos, que han impedido en los pasados 44 años, un desarrollo sostenido y armónico del país. Eso hubiese ayudado a eliminar tantas desigualdades, que todavía persisten, cual cáncer incurable en el cuerpo social de la Nación.

El país ha estado sometido a los intereses de unos cuantos, enquistados tanto en el cuerpo político del país así como en el empresarial, o en la llamada sociedad civil, determinantes del rumbo del país, pese que para muchos el que más se ha estudiado, analizado, y se han hecho recomendaciones en las pasadas cuatro décadas, ha sido el dominicano. Grandes sumas de dinero han sido aportadas por organismos internacionales para señalar un camino de desarrollo y de convivencia pacífica con erradicación de la pobreza, razón de todos nuestros males. Todo ese dinero se ha ido a un barril sin fondo con un gran sabor a corrupción.

Se han celebrado muchos encuentros, convertidos en voluminosos informes que van a parar a los archivos gubernamentales, en el mejor de los casos, o se esfuman para terminar en los anaqueles de bibliotecas particulares de donde son desempolvados para surgir como recomendaciones brillantes de sesudos expertos, que reciclan lo que al Estado le costó un dineral. Y se vuelve de nuevo a darle vuelta al mismo tema dando giros en un mismo círculo sin llegar a acciones concretas, contenidas en tantos esfuerzos de mucha gente valiosa, pero la mentalidad de isla de los políticos y de otras gentes, impide un esfuerzo mancomunado para el desarrollo.

Ensamblar tantos esfuerzos comunes, vertidos en esos seminarios y convertidos en realidad, es una tarea titánica, casi imposible de viabilizar debido a que ese egoísmo ancestral, donde surgen tantas ambiciones para cometer latrocinios, para aprovecharse del dinero del contribuyente, tanto para forjar fortunas como sitios de poder, constituyendo el botín de los que desechan recomendaciones. Ocurre que se actúa como una sociedad en compartimientos, que no puede armonizar el desarrollo a que tiene derecho toda sociedad civilizada y viviendo en armonía.

De ahí que cuando aparece un político, con una mentalidad distinta a la que los dominicanos estábamos acostumbrados a ver en los políticos, que se les notaba sus particulares aspiraciones y objetivos. Y ese político busca armonizar intereses, oír y dejarse oír de forma que todo el mundo opine y aporte algo en su opinar de manera de sentirse parte del desarrollo nacional. Busca que se deje de lado esa mentalidad de aislamiento que todos llevamos muy enraizadas, entonces se le considera como un ejemplar raro y hasta se le critica de que pierde todo su tiempo en seminarios y conversatorios. Así ocurrió la pasada semana, que se celebraron tres interesantes encuentros, donde todo el mundo pudo opinar en sus respectivas áreas de acción, desde las zonas francas pasando por el aspecto electoral hasta el cáncer eléctrico que evita un desarrollo efectivo.

La estrategia del presidente Fernández, en involucrar a todo el mundo en las cuestiones vitales para el desarrollo nacional, es muy arriesgada. Pero es la única vía que pudiera reducir en un futuro cercano esa mentalidad de isla que todos conservamos y cultivamos. El presidente Fernández trata de aunar mentes y capacidades para que el país pueda desarrollarse. El camino inicial más adecuado, es juntar a todo el mundo en seminarios y talleres que sirven de marco de referencia para refrescar todo lo que se ha dicho en el pasado; muchos estudios se conservan olvidados en los archivos oficiales.

La estrategia a largo plazo del presidente Fernández no es bien entendida por sus más fieles colaboradores. En consecuencia la opinión pública lo entiende como un escapismo de las tareas de estado que tiene pendiente en Palacio, pero él se mantiene en su ruta y considera que si logra que los dominicanos discutan y lleguen a muchas conclusiones para resolver los problemas comunes, entonces hay esperanza de armar un verdadero muñeco para el desarrollo, con mucha gente orientada hacia una meta común. Es que los esfuerzos no se dispersen y atrasen el avance del país, sin ahondar las diferencias sociales de muchos sectores, que cada vez se ven más marginados y sujetos al populismo de los políticos que los aprovechan para sus fines proselitistas y electorales.

En definitiva, si la estrategia presidencial es lograr que los dominicanos se deshagan de su armadura del aislamiento y de trabajar en solitario, como las miles de empresas de un solo dueño que dominan el panorama empresarial criollo, entonces estamos en presencia de un plan de acción inteligente y llevado a cabo con calma y decisión, de forma que se pueda insertar al país en una senda correcta del avance social y económico.

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