Eslabón perdido del siglo XX

Eslabón perdido del siglo XX

Ayer 31 de agosto se cumplieron 43 años de la firma del Acta de Reconciliación Dominicana que, con su anexo el Acto Institucional, trataba de poner fin a la violenta crisis dominicana de 1965. En la mañana del viernes 3 de septiembre de 1965, renunciaría el Presidente Constitucional Francisco Caamaño Deñó. Horas más tarde, asumiría la Presidencia provisional de República Dominicana el doctor Héctor García-Godoy Cáceres.

Empezaría entonces uno de los episodios que todavía no ha sido recogido por los historiadores a pesar de la importancia que reviste como fundamento para los gobiernos siguientes. El mandato provisional de 1965 a 1966 debía ser revisado en profundidad hasta lograr una aproximación objetiva a la verdad histórica.

Primero que todo, la figura de García-Godoy Cáceres debería ser revaluada. Contrario a lo que los extremos políticos pudieron opinar y que han quedado fijos en la memoria social, el Presidente provisional intentó y logró controlar situaciones que ahora pueden ser conocidas dada la documentación revelada décadas después. Enfrentar e imponerse a veces a los jefes militares que clamaban por el exterminio total de los constitucionalistas, no puede ser minimizado. García-Godoy tuvo que oponerse resueltamente a los cabecillas de las Fuerzas Armadas que sólo tenían en mente lavar con sangre la humillación que un pueblo desarmado les infligió en el puente Duarte.

Todavía hoy algunos historiadores militares niegan que las fuerzas de San Isidro fueran derrotadas el 27 de abril de 1965. Enfermos de amnesia, olvidan que el resultado de ese enfrentamiento fue lo que llevó al presidente estadounidense Lyndon B. Johnson a ordenar, horas después, la invasión a nuestro país por tercera vez en el siglo 20. De haber sido el pueblo y los constitucionalistas los derrotados, otra habría sido la decisión.

Las evidencias documentales presentan que las Fuerzas Armadas dominicanas fueron entonces reorganizadas y armadas por las tropas invasoras, brasileñas y estadounidenses. A partir del 15 de mayo de 1965, cuando se inició lo que dieron en llamar “Operación Limpieza”, empezarían esos militares a operar de manera autónoma, al margen de lo que pudiera llamarse gobierno nacional. Y contra esa violenta autonomía tuvo que luchar, resistir y, a veces, vencer, el Presidente provisional.

Un aspecto de aquella época que ha sido ignorado es el rol desempeñado por los dirigentes de los invasores brasileños. El general Hugo Panasco Alvim fue, durante todo el tiempo que permaneció en República Dominicana, el mayor instigador de los sectores revanchistas de las Fuerzas Armadas. Él fue gestor de intentos de golpes de Estado contra el gobierno provisional y patrocinador de la “Operación Honor” que buscaba la eliminación violenta del liderazgo constitucionalista y de los principales dirigentes de izquierda.

Asimismo, los brasileños asesoraron a los militares dominicanos para el ataque al hotel Matum el 19 de diciembre de 1965 cuando se trató de asesinar al ex presidente Caamaño Deñó y a la alta dirigencia del movimiento constitucionalista. La radicalización derechista del general Panasco Alvim obstaculizaba abiertamente las acciones del gobierno provisional y contrariaba los planes políticos de Estados Unidos de organizar elecciones, supuestamente, democráticas.

Gracias a la biografía oral del embajador estadounidense ante la OEA, Ellsworth Bunker, depositada en la biblioteca Johnson, puede determinarse hasta qué punto llegó la malévola interferencia del General brasileño. Bunker narra allí cómo tuvo que viajar a Brasil a entrevistarse con el dictador Humberto Castelo Branco y solicitarle, diplomáticamente, la sustitución de Panasco Alvim. La petición fue aceptada y los problemas cedieron un poco aunque el patrocinio de los brasileños a los jefes militares dominicanos de entonces no cesó.

Debe continuarse la investigación de ese período que podría ser calificado como el eslabón perdido de la historia dominicana del siglo 20. Porque así se haría justicia con García-Godoy, así como con Caamaño y los militares constitucionalistas que siempre mantuvieron en alto el espíritu democrático y se negaron a traicionar esos principios, como lo hizo un par de tránsfugas. Asimismo comprenderemos cómo la formación trujillista de los militares se acomodó a la doctrina anticomunista de seguridad patrocinada por EEUU, que tuvo su máxima expresión de violencia en “los 12 años” de gobierno de Joaquín Balaguer.

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