¿Eso es lo que queremos?

¿Eso es lo que queremos?

Reflexiono buscando el momento en que la brújula nacional comenzó a señalar a ningún punto cardinal, ni entre norte y sur, ni entre este y oeste, hacia ningún lugar. Somos una nave al garete perdida entre las brumas a sabiendas de que no vamos hacia ningún sitio.
Mi tío Francisco (Cano) Gautreaux enviaba tarjetas postales desde Caracas, a comienzos de la década de 1940. Me maravillaba la cantidad de automóviles estacionados a ambos lados de la calle. Entonces vivía en El Seibo y para 1945 sólo recuerdo el carro Packard del doctor Valentín Giró, el ilustre autor de Virgínea. Para ese tiempo el peso sustituyó al dólar como moneda de cambio, pero con el mismo valor adquisitivo. Años después me tocó vivir en Venezuela, década de 1960 y ya las filas de carros estacionados en ambos lados de la vía se habían convertido en un terrible dolor de cabeza por la contaminación, el alto consumo de gasolina en los interminables tapones. En Venezuela había, por lo menos, una ensambladora de automóviles que recuerde. Se cambiaban 4.50 bolívares por un dólar.
En medio de la danza de los millones que proporcionaba la exportación de petróleo, el doctor Juan Pablo Pérez Alfonzo propuso lo que hoy se conoce como Organización de Países Exportadores de Petróleo, pero no iniciaron una política de sembrar el petróleo y ahora mismo tienen un desabastecimiento colosal, criminal, que pone en peligro la integridad de Venezuela.
Cuando estudié Política en Costa Rica, décadas después, en aquel país sólo había unos taxis pequeños, donde no cabían mis largas canillas y un servicio de pequeñas guaguas de 12 pasajeros que realizaban el servicio público con gran eficiencia. Entonces 6.60 colones compraban un dólar. Volví a Costa Rica en el 2001 y la invasión de automóviles nuevos reventó el valor del colón. Desaparecida la tiranía de Trujillo abrimos las puertas, como si se tratara de la caja de Pandora y tenemos, ahora, cientos de miles de vehículos livianos cuya compra y operación en poco contribuyen a mejorar la economía. La paridad se acabó y ahora andamos por 45 pesos por dólar.
Al gastar a manos llenas, cubrir los déficits con impuestos y nuevos empréstitos, caminamos hacia el precipicio. Algunos vendedores de autos de lujo ya exhiben modelos 2017.
Entre el irresponsable manejo del Presupuesto de Ingresos y Ley de Gastos Públicos, la falta de control de las divisas que debían destinarse a la compra de insumos y maquinarias para el desarrollo y la importación de autos de gran lujo, la economía dominicana es arrojada a un barril sin fondo que contribuye a llevar la nación hacia la “puertorriqueñización” que nos obligaría a vivir con grandes constreñimientos o a la pérdida de la soberanía.

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