Eso es peligroso

<p>Eso es peligroso</p>

BONAPARTE GAUTREAUX PIÑEYRO
“Obras son amores y no buenas razones”. “Por sus hechos los conoceréis” “Conoceréis la verdad y la verdad os hará libres”. No tengo razones para pensar que mi amigo Leonel Fernández Reyna, Presidente de la República, tenga intenciones de hacer un uso malsano del poder que le ha otorgado el voto popular. Con deseo de desentrañar la cara oculta de las últimas acciones del gobierno, me animo a señalar una constante desarrollada luego de que el Partido de la Liberación Dominicana obtuviera la mayoría congresional que había pedido para conformar “un Congreso para el progreso”

“Progreso: acción de ir hacia adelante” la definición es del diccionario de la Real Academia de la Lengua.

¿Va el Congreso hacia adelante?

La segunda acepción de progreso es: “avance, adelanto, perfeccionamiento”.

A juzgar por las actuaciones más importantes del Congreso Nacional, la institucionalidad es sustituida, una y otra vez, por instancias partidarias o por acciones del Presidente de la República.

¿Qué se persigue?

Dentro de mis muchas fallas está la de que no soy arúspice por tanto, no sé leer el mensaje contenido en las entrañas de los animales, en el vuelo de las aves, en los restos secos de una taza de café recién usada, razones por las cuales no sé hacia dónde quiere ir el gobierno.

Si sé que el poder puede emborrachar y coloca a los poderosos unos lentes que distorsionan la realidad real y presentan como buena la realidad irreal que le desdibujan y presentan los paniaguados.

Esa realidad irreal ha sido la causa de muchos problemas, de muchas desgracias y de enturbiar buenas gestiones y buenas intenciones.

Actúe, no tenga sólo la buena intención de arrojarse al agua y sacar al niño que no sabe nadar. Nunca bastan las buenas intenciones.

Recuerde los versos del grupo venezolano Los Guaraguaos: “No, no, no basta rezar, hacen falta muchas cosas, para conquistar la paz”.

Las ofertas de campaña, tan fáciles de olvidar como las desmayadas brisas del verano, se olvidan a la hora del triunfo y los éxitos son celebrados bajo la consigna de: el poder es para usarlo. Por supuesto, pero usarlo para organizar, para dirigir, para gobernar a favor de la institucionalidad.

En su afán por usar el poder, porque se tiene todo, se pisotean costumbres, leyes, principios constitucionales, como si todo siempre fuera a beneficiar a quienes actúan de manera inconsecuente.

El elector no votó para que el Comité Político del PLD ordene y los legisladores cumplan. Ya ocurrió con el paquete de nuevos impuestos y de impuestos aumentados. También con la Ley de Gastos Públicos. Ninguna de las dos iniciativas fue discutida en el Congreso. Los legisladores se limitaron a cumplir órdenes del Comité Político del PLD.

El artículo 120 de la Constitución actual reza: “La reforma de la Constitución sólo podrá hacerse en la forma que indica ella misma…”

El gobierno intenta sustituir los mecanismos establecidos por la Constitución cuando se inventa una “consulta” atada y el presidente Fernández pide que no se discuta en el Congreso, lo que violaría el artículo 120.

Eso es peligroso. La moderación sigue siendo una de las mejores virtudes. Nadie sabe, nunca, cuál será el final del jinete del caballo desbocado.

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