Han pasado dos semanas y las dudas están ahí. El procurador Francisco Domínguez Brito descartó que su muerte se debiera a un crimen de odio pero la Policía calla. ¿Qué ha pasado con el informe acerca de la muerte de Henry Clode Jean? ¿Por qué todavía las autoridades no confirman si lo mataron para robarle o hubo algo oscuro detrás de su asesinato?

El esclarecimiento de este caso es importante. Muchos ánimos se han caldeado después que el cuerpo de Clode Jean apareciera colgado del parque Ercilia Pepín, en Santiago. A tal punto ha llegado la situación que en Haití realizaron una marcha ayer para denunciar “el antihaitianismo, el racismo y la xenofobia que que existen en la República Dominicana”.

Sin dejar de lado que somos un país culturalmente racista hasta con nosotros mismos (aunque por vergüenza nunca lo admitimos), preferimos decir que en Haití tienen una campaña en contra de nosotros en lugar de reconocer que el antihaitianismo existe aquí desde la época de la dominación haitiana.

Es por ello que el discurso nacionalista se enardece con mucha facilidad. Pero, ¿no se han detenido a pensar los que promueven el odio entre ambos países en las consecuencias que eso traería? Así como Haití depende de nosotros en muchos sentidos, nosotros también de ellos. ¿Quién es, si no, es nuestro segundo socio comercial? ¿Cuántos criollos no viven de negociar con Haití y con la propia migración haitiana?

Es mucho lo que está en juego. Por ello, hay que aclarar bien qué ha pasado. A nadie le convienen las culpas ni las malas interpretaciones.