Esos blancos son malos…

Esos blancos son malos…

Fue un alemán quien me dijo, en una larga y profunda conversación de hace varias décadas, que la raza blanca es la peor plaga que ha sufrido la humanidad. Sostenía que, desde su aparición en la historia, los blancos, aún siendo minoría, se han convertido en los manejadores del eje del mundo, del ir y venir de la civilización.
La historia es bien clara y como dijo el inmenso Carlos Marx: se repite dos veces: la primera como tragedia, la segunda como farsa.
Europa en busca de mejores negocios, se topa con el territorio que hoy es América y el Papa dividió el continente, una parte para España y otra parte para Portugal, en un acto de soberbia que aún padecemos.
Fueron esos blancos quienes conquistaron a fuego y sangre sociedades cuyos limitados recursos para la guerra facilitaron que el pillaje, el tigueraje y la falta de humanidad y de espíritu cristiano del papado y la alta clerecía católica justificaron y bendijeron el saqueo de las riquezas mineras, que arrinconaran a los naturales de estas tierras, impusieran, asaltaran y destruyeran la cultura local, sustituyeran sus dioses, su cosmovisión.
Los europeos trajeron sus carcomidas instituciones y crearon un traje a la medida de sus ambiciones, dejando de lado la idiosincrasia, la tradición, la historia de los locales: de ahí surgieron los países de la América Latina.
Entonces, descubrieron el África, sus vastos territorios, sus naturales a quienes esclavizaron en nombre de la superioridad racial y cultural, pisotearon y destruyeron, oprimieron y asesinaron, dejaron tierra arrasada, hasta que volvieron.
Asumieron que los negros eran brutos y decidieron introducirlos, a la fuerza, a prácticas de una religión extraña, que sustituyo sus dioses y convirtió en santos aquellos que antes eran protectores de la lluvia, San Isidro el Labrador, por ejemplo.
Cada vez que firmaron un documento fue para ganar tiempo y aprovechar para sorprender a los incautos y traicionarlos, asesinarlos, despojarlos de sus tierras, bienes, y propiedades de todo género.
Tanto Bolívar como Martí, dos cumbres del quehacer y del pensamiento americano, llamaron la atención sobre el peligro que representa el imperio de los Estados Unidos en nuestro continente.
Cuando acabaron con África, decidieron contener la emigración hacia Europa, en busca de mejores condiciones de vida y enviaron soldados alemanes, ahora, a Níger y Malí, para aprisionar el hambre en la región subsahariana. Ya no necesitan los negritos para esclavizarlos.
Aquí, en nuestra América envían miles de soldados a la frontera con Estados Unidos para evitar que los americanos vivamos con libertad en el vasto territorio de América.
Esos blancos son tan malos que después de que destruyeron Haití, no quieren los haitianos y los chuban contra nosotros, como si fuésemos los culpables de esa desgracia.

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