¡Esos comerciales!

¡Esos comerciales!

Me gusta mucho un anuncio del supositorio Canestén Óvulos, porque es educativo.
Te dice las razones por las que puedes tener una infección vaginal; luego aconseja que si tienes algunos de los síntomas vayas al médico y que éste te puede indicar que uses algún supositorio, y deja para el final que puede ser Canestén. Termina con el eslogan que caracteriza la marca: “Si es Bayer, es bueno”.

Pero no todos los comerciales son así. Estoy alarmada con la AMET que hace uso de la figura paterna y filial en un comercial que persigue que no se violen las leyes de tránsito. Hay que ver la arrogancia del niño cuando le dice al papá, entre otras expresiones grotescas: ¿y tú, papá, quién te crees que eres…? Porque el padre está criticando a los que violan la ley pero él tiene el carro parqueado en la acera. Se podría muy bien haber dado el mismo mensaje sin necesidad de promover el irrespeto del hijo al padre porque así estamos combatiendo un mal con otro y no educando.

Hay otros anuncios, como por ejemplo, el de Hepasil, que da luz verde para que se cometan excesos en la comida porque ese producto protege el hígado.

También he observado comerciales de detergentes que animan a que el niño se ensucie no importa cuánto, porque ese producto deja la ropa limpia; felizmente ya no lo veo, pero por la misma razón, durante mucho tiempo se mantuvo un anuncio de un niño comiendo espaguetis en la cama y ensuciando del producto la sábana.

Otros incitan a beber alcohol porque hay un medicamento que sirve para la resaca o, para evitar el binomio alcohol-volante te dice: “si bebes no manejes”. Nunca te exhortan a que hagas lo contrario.

Estamos muy preocupados por la educación, pero con anuncios como los que he mencionado vamos hacia el retroceso. Es evidente.

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