Esos hijos de nadie que en el suelo yacen

Esos hijos de nadie que en el suelo yacen

Marien Aristy Capitán

Como si el azar no les hubiese jugado demasiado pesado, permitiendo que la parca se los llevara sin darle una oportunidad, sus cuerpos fueron tirados en el suelo sin ningún atisbo de dignidad. ¡Ay, de los hijos de nadie!

La imagen de los seis cadáveres abandonados en el cementerio Cristo Salvador era desoladora: con las pulseritas puestas y moscas rondando, cual si fueran perros, fue un monumento a la insensatez.

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Cuesta entender que el personal de la Funeraria La Popular entregara los cuerpos a un zacatecas y se marchara sin más. También que la dirección del hospital Ciudad Juan Bosch se desentienda de los cadáveres que manda a enterrar: ¿lo que vale, al final, es salir de ellos? Consciente debe estar el zacatecas que los abandonó mientras hacía quién sabe qué.

Como bien reconoció el Ayuntamiento de Santo Domingo Este en este caso se violaron todos los protocolos que existen para enterrar, ya que los centros de salud y las funerarias están obligados a entregar los cadáveres formalmente, con documentos y en condiciones dignas.

Es inimaginable el dolor de los padres. Dejar atrás el cadáver de un hijo por falta de dinero es demasiada tortura como para sumarle la imagen de verlo tirado. Ninguna excusa peregrina justifica tal ultraje.

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