Espacio cerá mico… de donde no se quisiera salir

Espacio cerá mico… de donde no se quisiera salir

Marianne de Tolentino

Sin duda alguna, es una de las más bellas exposiciones que se han celebrado en la Galería Nacional de Bellas Artes.

El visitante no se cansa de mirar, difícilmente se va y luego vuelve…. tan fascinado como en su primera visita. Diecisiete artistas de alta capacidad creativa participan con obras que sus manos han modelado y que el fuego ha solidificado. ¡Una magia por sus embrujos, un milagro por las circunstancias, una hazaña por sus resultados! No se exageraría al afirmar que su gestor, Ezequiel Taveras, ha contribuido a resucitar la cerámica dominicana.

Es que corresponde a una realidad. Si no se hubiera celebrado la Trienal del Tile Cerámico, organizada por la Fundación Igneri/Arte y Arquelogía, lidereada por su presidente y ceramista mayor Thimo Pimentel, el arte del fuego casi se hubiera apagado en República Dominicana. Luego de un auge indiscutible, marcó una pausa que se ha manifestado hasta en nuestras bienales, y Tile, por suerte, mantuvo, nacional e internacionalmente, la llama viva. Hoy, Espacio Cerámico, fruto del esfuerzo, de la ilusión y del entusiasmo, abre nuevas esperanzas… y otros horizontes.

Una exposición cerámica admirable. Ezequiel Taveras expresa: “Espacio cerámico pretende desmitificar el concepto al que estamos habituados, de concebir la cerámica como pieza decorativa, mostrada en pedestal o pared; es ver la cerámica como una reflexión ante el tiempo que vivimos, ante la contemporaneidad”.

Es absolutamente cierto. Aquí, en el área de la Rotonda, tan difícil como exigente estéticamente, se ha sabido integrar obras de extraordinaria variedad, armoniosamente, en la horizontalidad y la verticalidad, y, para asombro nuestro, aquel flujo de componentes tan distintos –hasta matéricamente a veces– trascendió en una síntesis exquisita… Por primera vez se presenta una muestra totalmente concebida como instalaciones cerámicas, una innovación en su expresión y una reivindicación… cuando abundan, desde otros elementos menos nobles, tantas instalaciones mediocres.

Aquí, las piezas se trepan en los muros atrevidamente, se tienden en el piso, marcando sus territorios respectivos, aun pueden migrar del suelo a la pared, bajar del techo, y lo que es maravilloso, no se trata de la fácil reunión de objetos “ready-made”, sino de obras concebidas… y cocidas por sus autores.

¡Cuánta riqueza de formas, qué fecundidad y diversidad en la creación –sin concesión al rigor técnico–, qué aciertos en la investigación y la consecuente revelación de lo contemporáneo, al cual todos podemos acceder, estéticamente, por la afirmación/confirmación de lo bello! Tampoco es esto frecuente, pero, sí, corresponde a la calidad histórica del discurso plástico dominicano.

Al menos, es parte de aquella reflexión ante la contemporaneidad que suscitan esas “construcciones”, algunas fundamentadas en piezas individuales, otras basadas necesariamente en conjuntos… aunque podemos disfrutar cada uno de sus componentes. Recordamos una observación de Gaston Bachelard: “En suma, el verdadero modelador siente, por así decirlo, animarse bajo sus dedos, en la pasta, un deseo de ser modelada, un deseo de nacer a la forma”. Esa vitalidad primigenia, esa vida en cierne, nos la comunican el “Espacio cerámico” y sus moradores…

Diecisiete personalidades. Hay tanta homogeneidad y autenticidad en conjunto, articulación y sucesión de las obras, que consideramos justo y necesario referirnos a cada una de las participaciones, en los límites del espacio… crítico.

Ezequiel Taveras nos propone, en la extensión del muro, “Corazones a la deriva”, frutos sangrientos de la inmigración forzosa, a la vez joyas del gesto y del esmalte, de la asimetría y de la combinación matérica.

Luis Eduardo Peralta –¡unico!–, sorprende y seduce, en su recreación, a lo criollo, de la porcelana secular barroca, de sus angelitos, de su ornamentación. José Arias presenta, en una disposición excelente a varios niveles, su “ejército” de bakás, fauna antropomórfica que diseños, óxidos y esmaltes convierten en una curiosidad deleitable… y estremecedora.

Saludamos el retorno magistral de Ernesto Rodríguez a la cerámica pura: nos encanta su palimpsesto contemporáneo, donde se deslizan fragmentos arqueológicos, y se rasga la tierra.

Lenin Paulino nos inquieta con sus conchas-módulos, de distintos tamaños, elípticos y oxidados, portadores de crisis en “tiempos nublados”.

Carlos Despradel nos da el gran placer de volver a contemplar, iluminada, su compleja, contemporánea y prehistórica “Pesada carga”, que injustamente no fue premiada en la pasada bienal.

Thimo Pimentel, en tres placas y arcilla refractaria, ofrece su impresionante creatividad y oficio. Él dice “soy un francotirador de la cerámica”… nosotros traducimos… por maestro y mentor.

Iris Pérez –¡qué bueno!– se apasionó por la cerámica, y sus mariquitas, ahora estelares, van conquistando el sol-corazón en el firmamento del muro.

Evelyn Lima, otra recién llegada al arte-tierra con pasión, dramatiza sus rosas con esmaltes oscuros, y la intervención de tallos espinados metálicos.

Thelma Leonor, utilizando el rakú y sus altas temperaturas, hunde zapaticos en “hormas”, expresando la condición desigual de la mujer…

De Miguel Ramírez, aquí sorprendente alfarero, hablaremos más, acerca de su gigante e impactante individual en el Museo de Arte Moderno.

Wali Vidal, a quien descubrimos como ceramista con sus fantásticos robots de barro, es definitivamente capaz de todo… ¡y de lo mejor!

John Caridad ha realizado, en nuestra lectura, una instalación sobresaliente, himno a la naturaleza y a la vida, las hojas no se recogen ni están muertas…

Lucía Albaine… nos enternece con sus “niños envueltos” de porcelana y fibras, frutas de un árbol, de ramas dibujadas y desplegadas en la pared.

Luis Muñoz presenta dos piezas contundentes, sobre su atractiva morfología femenina con cabeza-esqueleto de pájaro, ¿un homenaje a Max Ernst?

Enrique Royo, impulsor de la cerámica desde hace mucho tiempo, es seguidor de la cerámica china y latinoamericana, increíblemente versátil y apasionante, ¡así su toro en rakú, sus criaturas fantásticas, sus perros hambrientos!

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