Espacio y tiempo

Espacio y tiempo

DARÍO MELÉNDEZ
El sueño americano se siente perturbado por la intromisión latina, la pacífica invasión de intrusos al protegido predio estatal, ocasiona grandes inquietudes. La natural -aunque restringida- interacción social, ha permitido al ser humano transformarse de su primitivo estado animal en homo sapiens, como se le define hoy día.

La transferencia de impresiones sensoriales han permitido al hombre adoptar, para su ego, dos herramientas o magnitudes que constituyen la fuente del conocimiento racional, sin esas dos herramientas, magnitudes o medidas, el instinto no habría logrado transformarse y la inteligencia no podría existir, el hombre permanecería en el estado primitivo en que lo ha echado al mundo la naturaleza.

Las dos magnitudes o parámetros humanos, que el universo ignora o no toma en cuenta en las permanentes e inevitables transformaciones que experimenta, sin que influyan para nada en los objetos que lo conforman, han dado por resultado la civilización.

Si el hombre hiciese abstracción de esas dos medidas, que en su interacción social ha logrado captar y conservar para su raciocinio, volvería ipso facto al estado animal del que ha logrado transformarse, mediante la utilización, para su beneficio, de las dos magnitudes por él creadas, para alcanzar el desarrollo de lo que se conoce como sentido común o inteligencia.

Captadas por la humanidad en su intercambio, sin que la naturaleza las contenga en su haber, ni las tome en cuenta para su conformación o comportamiento, las dos magnitudes que sirven de base a la inteligencia, han surgido consecuencia del intercambio cultural, a pesar de la tenaz oposición que las sociedades han mantenido y mantienen a coaligarse o mezclar razas de ideologías, como se observa aún en todo el mundo.

Dos únicas y simples magnitudes han sido capaces de transformar carnes con ojos en brillantes semidioses que hasta los elementos naturales y las fieras son sometidas a su voluntad.

¿Cuáles dos magnitudes ha logrado captar o construir el hombre, que la han permitido elevarse al estado de ángel, si se le compara con el resto de los que comprenden el reino animal?

Espacio y tiempo.

Dos conceptos que la naturaleza no contiene ni toma en cuenta para nada en su proceso habitual, ni en sus intrínsecas transformaciones.

Si el ser humano se despojase de esos dos parámetros o herramientas de concepción sensorial, volvería a cambiar de homo sapiens a homo brutalis. Sólo la natural impresión de los sentidos, preparados ya para percibir las sensaciones definidas en la descripción del tiempo y el espacio, nos permiten razonar; sin ellos la razón se obnubila y se extingue.

No obstante, aún cuando para el raciocinio son tan importantes esos dos conceptos o medidas, la naturaleza no los tiene en su rol. La tierra gira y se traslada permanentemente sin tener en cuenta si el reloj camina o no y sin que el universo considere para nada la existencia del calendario, la historia o el futuro incierto, la inescrutable naturaleza no observa los conceptos de espacio y tiempo en su existencia, porque no forman parte de su esencia ni influyen para nada en sus naturales transformaciones, son creaciones del hombre. El universo funciona y sigue su curso, dinámico y cambiante, sin tomar en cuenta el tiempo ni el espacio, o las medidas que el ser humano utilice para su desenvolvimiento.

Por más que lo imaginemos de una forma -esférica, cúbica, cilíndrica o paralelopípeda- y los astrónomos escruten y descubran galaxias o estrellas a millones de años luz, el universo quedará indescripto, indefinido e ignoto en su existencia, dimensión y forma. Aunque la inteligencia se empeñe en definir la eternidad, cuándo comienza y cuándo termina, no llegará a comprenderla, la medida del tiempo de nada sirve en ese caso.

Cada objeto que forma parte de nuestro entorno y de él nos servimos, tiene, para la inteligencia, una forma, ocupa un espacio que permite captarle, si borramos el concepto de definición espacial, la impresión desaparece de nuestra imaginación, se esfuma; el concepto espacio es imprescindible para el conocimiento, al igual que el tiempo en que captamos una sensación, el antes y después establecen, conjuntamente con la forma, la concepción real de un conocimiento, para que nuestra existencia logre asimilarle.

La inteligencia es conocimiento de espacio y tiempo.

La civilización es interacción humana.

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