Espacios y Resonancias EL GRAN LEGADO DE JOSÉ RAFAEL LANTIGUA

Espacios y Resonancias EL GRAN LEGADO DE JOSÉ RAFAEL LANTIGUA

Como egresado del Instituto Superior de Agricultura siempre recuerdo su lema: Aprender para servir, servir para construir. Este postulado podríamos aplicárselo a José Rafael Lantigua y su obra. En este país ha habido críticos y seudocríticos que durante su existencia se han dedicado a denostar, minimizar e incluso a ridiculizar a muchos escritores dominicanos, a los cuales siempre han mirado con ojerizas, y a los que consideran inferiores. Contrario a estos señorotes, José Rafael Lantigua hizo suyo el lema del ISA y durante su dilatada carrera de crítico y cronista literario se dio a la ingente y avasalladora tarea de reseñar, recomendar y ante todo situar en el mapa literario a mucha gente que, de no haberlo hecho, nadie se hubiese enterado de su existencia. Pero Biblioteca, donde aparecían sus textos, no solo sirvió como vehículo de difusión a las letras nacionales, sino que también dedicó marcados esfuerzos, miles de horas de lectura y sacrificio del bueno, para que los dominicanos tuviésemos al menos una idea precisa de lo más importante que acontecía en el ámbito de la literatura universal. Hay que recordar que en los años en que nació Biblioteca, por allá por el año 1983, Internet apenas estaba dando sus primeros pasos y el acceso a la llamada red de redes era casi nulo. Por aquellos días los diarios y revistas eran casi en su totalidad impresos y muy pocos tenían la oportunidad de adquirirlos por diversos motivos. Recuerdo que durante aquellos años los interesados en la literatura teníamos caerle atrás a la revista Babelia, que edita el periódico español El País, que llegaba a un afamado punto de venta de diarios y revistas en la Zona Colonial.
UNA OBRA MONUMENTAL
Los siete tomos que acaba de presentar al país José Rafael Lantigua constituyen un invaluable aporte al acervo cultural dominicano; de ahora en adelante no se podrá hablar de la historia de la literatura de los últimos años del siglo pasado, e incluso de principio de éste, sin que se tome en cuenta Espacios y Resonancias. Pero la obra crítica y cronística de Lantigua no se ha detenido, porque continúa deleitando a los lectores con su columna sabatina en Diario Libre. Recientemente escribió una ardorosa apología sobre la obra poética de José Ángel Buesa que fascinó a muchos comensales literarios. Aparte de eso sigue muy activo como presentador de innumerables obras literarias dominicanas.
Espacios y Resonancias está organizado en siete tomos. El primero se subtitula Apuntes literarios y está prologado por Franklin Gutiérrez, quien inicia el prólogo de la siguiente manera: “Ser cronista literario en un país donde los escritores aspiran exclusivamente a la vanagloria es tan difícil como desmadejar telarañas en plena oscuridad sin quebrantar la armonía de su compleja arquitectura.”
Este primer volumen está compuesto por 76 reseñas sobre autores dominicanos; 49 sobre autores extranjeros y cuatro ensayos breves sobre Domingo Moreno Jiménez, Manual del Cabral, Aída Cartagena Portalatín Y Rubén Darío.
El volumen II lleva el subtítulo de Glosas Literarias, y está prologado por Alejandro Arvelo. En este volumen uno tiene la oportunidad de leer trabajos que abarcan autores y temas variopintos. Desde Juan Bosch, José Luis Cebrián hasta Salvador Dalí. Es que Espacios y Resonancias es una auténtica enciclopedia cultural, rica en matices, en diversidad, de ahí su gran riqueza e importancia.
El tercer tomo se subtitula Criterios Literarios, prologado por René Rodríguez Soriano.“ Y más específicamente, este volumen III, donde en apretado balance, el autor nos ofrece sus lecturas- o criterios como él prefiere llamarlos- de una serie de libros y documentos dados a conocer o llegados al país entre los años de 1992 y 1994, publicadas cada sábado en última Hora. Sin grandes pretensiones académicas ni filiación a grupo o a escuela formal, de manera certera y sin rodeos, los criterios de Lantigua van a lo suyo: tratan de consolidar un mayor espectro de lectores y, sobre todo, abrir un espacio de difusión a las letras dominicanas, casi siempre olvidadas o afuereadas.” (R.R.S., página 20)
“Faltaba este libro con la poesía de Juan Sánchez Lamouth. Abrumante, en toda su densidad lírica, desbordante, en toda su riqueza metafórica, Sánchez Lamouth constituye una de las figuraciones poéticas más dignas de estudio de la literatura dominicana”.( JRL, Pastor de nubes líricas, página 89).
Por dondequiera que abramos uno de estos volúmenes nos encontraremos con textos de gran valía, enriquecedores.
Volumen IV: Perfiles literarios. Este tomo está prologado exquisita y enjundiosamente por Aníbal de Castro, quien llama a José Rafael Lantigua Cicerone creativo, del que afirma nunca ha habido dudas de su capacidad intelectual y creativa. Despliega en este prólogo Aníbal de Castro su reconocido talento en el arte del decir con claridad, elegancia y sabiduría.
Incluye textos escritos y publicados entre los años 1995, 1996 y 1997. Exquisita la carta que le envía Ramón A. Font Bernard a Lantigua el uno de enero de 1996, en la que expresa su admiración por su trabajo intelectual, que llama, culto, erudito y libre.
El volumen V, Crónicas literarias, viene prologado por Carmen Imbert Brugal. Incluye trabajos tan diversos como El Relato Sin Límites, acerca del libro la Sórdida teleraña de la mansedumbre, de Rafael García Romero; Manuel Valldepares: un verdadero caballero de las letras. Digno de mención especial en este volumen el sabroso, En la brasa ardiente de la historia: Las reinas del puterío, en el que comenta el libro de la autoría de Emmet Murphy, que cuenta el nacimiento y esplendor de los grandes burdeles de la historia. En mi caso, éste se convirtió en libro de cabecera cuando estaba creando Los Oficios del Placer, libro en el que abordo el proceso creativo en la literatura mezclado con prostitución de alto nivel. Y me enteré de su existencia a través de Biblioteca.
“Nadie tiene la receta de la reseña ideal. Pero hay críticos a los que envidiamos y admiramos porque parecen poseer dotes naturales que les permiten alcanzar, como si nada, el comentario perfecto, equilibrado e incisivo, necesario y documentado, honesto y valiente. José Rafael Lantigua es, sin duda, uno de esos privilegiados”. Esta es la opinión del crítico y profesor universitario italiano Danilo Manera, contenida en el prólogo del volumen VI, subtitulado Crítica Cómplice. Este es un exuberante bosque de textos preñados de plácida hondura, calidez y texturas.
Exordios y Encomios cierra este portento editorial, prologado por Carlos María Romero Sosa.
Al llegar a una biblioteca, o a una mesita de noche, cualesquiera de estos volúmenes de Espacios y Resonancias contribuyen al engrandecimiento espiritual del lector, afinan su olfato, refrescan su memoria, nutren, destilan enjundia; y al terminar cualquier texto incluido en uno de estos tomos de esta enciclopedia cultural y literaria, nos queda la sensación de que hemos pasado unos instantes de gran valor estético, que no hemos perdido nuestro tiempo, que ha valido la pena darse a la placentera tarea de bucear en sus vericuetos.

EL PREMIO NACIONAL PARA JOSÉ RAFAEL LANTIGUA
La calidad de su obra poética, ensayística y crítica hace mucho que lo hacen acreedor del Premio Nacional de Literatura, el cual tuvo la decencia de no adjudicarse ni cabildear durante el tiempo en que fue ministro de Cultura. No obstante, muchos autores dominicanos esperamos que en el devenir más cercano las instituciones responsables de su otorgamiento tomen en cuenta sus aportes, inconmensurables, a las letras dominicanas. Hay dos autores galardonados con el Premio Nacional de Literatura que tienen una obra en la misma línea, aunque no del mismo calibre de la de Lantigua; por lo que no hay excusas para que se haga justicia otorgándole un galardón al cual ayudará aumentar su prestigio.

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