España inició el lunes su temporada turística de verano dando la bienvenida a la mayoría de visitantes vacunados contra el COVID-19 y reabriendo sus puertos a los cruceros. Los viajeros de los 27 países de la Unión Europea que no se estén vacunados contra el COVID-19 podrán entrar a España con una prueba negativa de antígenos, que es más barata y rápida que las pruebas de PCR.
España sigue prohibiendo los viajes no esenciales para personas de Brasil, India y Sudáfrica, donde las variantes del coronavirus son una gran fuente de preocupación. Las autoridades aceptarán como prueba certificados oficiales de que los visitantes fueron vacunados al menos 14 días antes del viaje o que superaron una infección por COVID-19 en los últimos seis meses.
Los certificados pueden estar en español, inglés, francés o alemán, o sus traducciones equivalentes en español, según la orden del gobierno. Las vacunas aceptadas son las aprobadas por el regulador europeo de medicamentos: Pfizer-BioNTech, Moderna, AstraZeneca y Johnson & Johnson, así como dos vacunas chinas autorizadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS), Sinopharm y Sinovac.
Los mismos documentos serán válidos para los visitantes de la UE hasta que el bloque obtenga su “Certificado Verde Digital” que algunos han denominado pasaporte de vacuna para viajar. El gobierno español se ha fijado el objetivo de recibir entre 14,5 millones y 15,5 millones de visitantes entre julio y septiembre.
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Eso es aproximadamente el 40% de los turistas en el mismo período de 2019, pero el doble que el verano pasado. El turismo es una industria importante que en 2019 representó más del 12% del PIB español. En otro movimiento para impulsar el turismo, los puertos españoles se abrieron a los cruceros el lunes, casi 15 meses después de que cerraron debido a brotes de coronavirus.
Después de alcanzar un máximo a finales de enero con casi 900 nuevos casos por cada 100.000 habitantes en 14 días, el indicador de contagio de coronavirus en España se ha reducido a 117 por cada 100.000.
Su descenso se ha estancado en los últimos días a medida que se propagan nuevas infecciones entre los grupos no vacunados. España ha contabilizado más de 80.000 muertes por COVID-19 en la pandemia.