¡España arde!

¡España arde!

En el fondo, lo que ha pasado en España ha sido impuesto por los intereses y la política de lo que algunos analistas denominan “el gran monopolio financiero mundial”, que no es más que el sector donde convergen las doscientas o trescientas multinacionales que dominan hoy la economía y la política mundiales, y que en la Europa del Euro tiene como bastón de mando al sector dominante al capital financiero-industrial alemán.

La fiebre de inversión desaforada en la construcción, con una demanda creada artificialmente, que hizo crisis en los Estados Unidos en los principios del siglo XXI, ha tenido siempre, como promotor principal a los grandes bancos, que con sus innumerables iniciativas para crear “papeles” negociables en el inmenso mundo de las finanzas especulativas, generaron una “burbuja” que no solo ha devastado las economías de una enorme cantidad de países del mundo, sino que ha sido, como lo denominan algunos economistas, la loza de concreto, o “tapadera” que ha escondido el problema de fondo relacionado con el desmantelamiento de la economía productiva en cada uno de los países, en beneficio del gran capital financiero especulativo mundial y local y los modelos basados en las grandes empresas comerciales oligopólicas, en detrimento de la producción agropecuaria e industrial.

La especulación en tierras y en costos de construcción, que elevó sus precios en un 300 ó 400%, apoyado, no en el ahorro interno sino en préstamos de la banca especulativa, creó la imagen artificial de una España exuberantemente rica, con grandes beneficios sociales, mientras la otrora creciente España industrial era desmantelada y sus grandes inversiones en investigación y educación para la innovación y la calidad de la mano de obra languidecían, mientras los grandes bancos especulativos recibían inmensas ganancias y una gran cantidad de “papeles” de una deuda de la cual los españoles, sumidos en el bienestar, ni se enteraban.

Ahora la señora Merkel, actuando a nombre de la banca alemana, pasa la cuenta a los españoles, y el señor Rajoy se apresura a tomar las medidas de lugar, para poder responder a los cobradores. Mucho dinero ha corrido hacía España en base a “la generosidad alemana” pero este no  ha sido para fortalecer el languideciente aparato agropecuario-industrial sino para salvar sus bancos del colapso y para que, en base a recortes draconianos a todas las conquistas sociales y de privatización de las empresas, el pueblo español pague la cuenta.

Lo mismo ha pasado en Grecia, Finlandia, Italia, Portugal.

Pero los pueblos de España rugen. No están dispuestos a pagar la cuenta de los banqueros y sus políticas. La resistencia se esparce por Europa y muchas otras partes del mundo. ¿Quién vencerá en esta nueva guerra mundial? 

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