España también

España también

Los españoles habían logrado perdérsele al punto de mira. Apuntaban a los ingleses con el tino suficiente como para herir varias veces al viejo león británico. Francia perdía su tranquilidad en una ciudad y otra. Los alemanes, abiertos a las emigraciones de los pueblos islámicos, por eso mismo recibían estocadas de quienes se colaban para cometer los crímenes. Los españoles en cambio, parecían haberse echado a un lado y el “estado islámico” perdía la puntería en la península en la cual, por ocho siglos, echaron raíces. Pero con esos grupos de fanáticos nadie, nunca, puede sentirse libre de sus acciones homicidas.
Por eso Barcelona y, poco después, Cambrils, en la misma región catalana. Pero en esta última comunidad, no pudieron lograr el objetivo apuntado. Por el contrario, en el intento perdieron a cuatro de sus “soldados de Alá” y un quinto quedó herido.
Vale la pena fijarse en los dos puntos a los cuales quisieron herir en España. Barcelona es la gran receptora de visitantes extranjeros. Aunque toda España recibe viajeros en plan de conocer, descansar y recrearse, Barcelona sobresale por la cantidad de extranjeros que pisan su suelo. Casi parejos con esta ciudad, están las islas Baleares y, de manera principal entre ellas, Mallorca e Ibiza. Cambrils está en la cola, aunque, para su tamaño, con muchos visitantes.
En Barcelona, por supuesto, sorprendieron. Gracias al efecto sorpresa consiguieron ganar para la causa de Alá, los catorce muertos y el centenar de heridos, algunos de ellos de gravedad. Pero, ¿ganó Alá? Como saben ustedes, Alá es el nombre otorgado por los islamitas a Dios. Al ver el propósito insano en el cual sustentan acciones como las de Barcelona y Cambrils, surge una pregunta: ¿qué consiguen?
Despertar desconfianza hacia todo el Islam, incluyendo aquellas ramas cercanas a Occidente. Y esa desconfianza no es buena para ellos ni para nosotros en Occidente.
Por supuesto, sabemos que dentro de su fanatismo nada los induce a razonar con humanismo. Pero sin duda ha llegado la hora para que los más cuerdos entre ellos, piensen que convocar a nuevas cruzadas es insano para todo el mundo.

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