Espantar sufrimientos

Espantar sufrimientos

-A comienzos del siglo XVII hubo dos gobiernos en Cuba; uno en La Habana y otro en Santiago. España quería fomentar el desarrollo de la otra punta de la isla. Todavía hoy Oriente continúa atrasado, en comparación con el resto de Cuba. He leído que fue el primer Borbón español quien ordenó la subordinación administrativa de Santiago a La Habana, en 1733. Este pueblo tuyo ha sufrido en todas las épocas: con los piratas ingleses, con Fernando VII, con Valeriano Weiler, con los americanos; incluso después de ser una república han padecido gobiernos terribles, como los de Machado y Batista.

-Hasta con los rusos hubo problemas a causa de las guerras en África. ¿Cómo pueden componer una música tan afirmativa de la vida? Y sobre todo viniendo de los negros, la porción más maltratada de la sociedad cubana. -Ladislao, tú has tenido muy pocos sufrimientos porque eres educado, comes bien y no trabajas con un pico; sin embargo, desde que te conozco estoy viéndote buscar sufrimientos en todas partes, en tu país y aquí y en otros más. Los que sufren de verdad espantan el sufrimiento con un trago, con la rumba y las maracas, con el relajo; no amamantan el sufrimiento para no se quede con ellos. La vida es así.

-Es un dado con varias caras y no sabemos cuál nos tocará en suerte. Hay momentos malos y momentos buenos. Por eso siempre pido a Dios que me proteja de las enfermedades y de la miseria. Ahora, en este día de hoy, soy feliz, pues tengo trabajo, estoy de vacaciones, soy una mujer bonita en viaje de placer con un hombre que le gusta. Me muero por conocer la historia de esa francesa fatal que dices sufrió mucho en Rusia, en Cuba, en Santo Domingo.

-El bayamés que te dio la información en la Unidad creía que ella “se entendía” con el licenciado Ruiz Medallón. Tal vez lo insinuó ese tipo de Cuabitas que él conoció en Santiago. Puede no haber sufrido tanto como tú piensas. Iré contigo a cualquier lugar que te interese, Ladislao; sabes que soy una mujer decidida. Pero por nada dejaré que te pongas triste. (Ubres de novelastra; 2008).

 

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