La violencia no es solo un mal físico y emocional: en la medicina existe también la violencia obstétrica, un fenómeno complejo, con frecuencia mal entendido y sin suficiente información. Así lo analizó la doctora Jenny García, ginecóloga obstetra y con una visión humanizada de la salud sexual y reproductiva.
La violencia obstétrica está inmersa dentro de la discriminación de género, ya que se genera con el maltrato que sufre la mujer embarazada al ser juzgada, atemorizada, humillada o lastimada física y psicológicamente. Se presenta en los lugares que prestan servicios médicos y se da en todas las esferas de la sociedad. Se trata de un problema estructural e institucional, dentro de una cultura patriarcal y se vincula a la cultura que no toma en cuenta las opiniones de las mujeres, indica.
Algunas prácticas que se consideran como violencia obstétrica, indica la literatura médica, son realizar el parto por cesárea, aunque haya condiciones para realizar un parto natural, y sin el consentimiento voluntario; obligar a parir acostada o inmovilizada, negar u obstaculizar la posibilidad de cargar y amamantar al bebé o la bebé inmediatamente al nacer y no atender oportuna y eficazmente las emergencias obstétricas.
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Maltrato
El maltrato obstétrico tiene numerosas forma de expresión, tales como, abuso verbal, partos inducidos, cesáreas injustificadas y retención en los centros de salud de parturientas y recién nacidos debido a la imposibilidad para pagar.
El parto esta llamado a ser una experiencia hermosa para la mujer, pero la violencia obstétrica en ese proceso y viola sus derechos. Se trata de una forma de violencia ejercida por médicos y personal de enfermería hacia las embarazadas, mujeres en labor de parto y el puerperio. Esto se convierte en una violación a los derechos reproductivos y sexuales de las mujeres y las familias.
Este problema que afecta a la mujer pasa desapercibido porque se han naturalizado como prácticas y conductas en la atención del embarazo y el parto, con repercusiones en el puerperio y con el vínculo afectivo con el hijo o hija. Se trata de un problema poco estudiado todavía y probablemente el término sea mal utilizado.
“Tanto las usuarias como los profesionales de la salud carecen de la información y las herramientas necesarias para una mejor comunicación, que facilite una atención respetuosa”, dijo la profesional.
Recomendaciones
La profesional recomienda crear espacios de comunicación para que tanto las usuarias como los proveedores del servicio puedan dialogar abiertamente y conocer mutuamente lo que perciben y lo que quieren cada uno.
La profesional recomienda revisar los programas de estudio de médicos en general, obstétras, pediatras y enfermeras en lo relacionado con la autonomía de las mujeres y con el stress laboral a que son sometidos, ya que se ha relacionado este factor con la violencia obstétrica.
La mujer es víctima de numerosas formas de violencia, hasta en el parto y el puerperio