La superación personal y colectiva depende de la determinación, el esfuerzo y la perseverancia, afirmó Miguel Aristy, psicólogo, al analizar el artículo «El pobre solo descansa, cuando se muere», publicado en este diario, bajo la autoría del especialista Julio Ravelo Astacio. Advierte que para enfrentar y superar cualquier condición, es crucial primero alcanzar una excelencia cerebral. La pobreza persiste, en gran medida, debido a una enseñanza deficiente en el hogar, el ambiente y, en última instancia, la escuela.
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Indica que para transformar nuestra realidad, debemos comenzar por educar a nuestras mentes con excelencia. Es fundamental cuestionar y mejorar los sistemas educativos y los métodos de enseñanza que perpetúan las limitaciones y la pobreza. El autor enfatiza que, aunque hemos avanzado mucho desde tiempos antiguos, todavía enfrentamos desafíos significativos. Señala que debemos transitar nuestra vida con dignidad, firmeza y esperanza, recordando que si otros pudieron, también podemos. Las ideas no siempre se traducen en realidad sin una práctica adecuada. Este punto me recuerda el libro «Padre Rico, Padre Pobre», que sugiere que la pobreza y la riqueza son formas de vivir, cada una con sus luces y sombras. La gente a menudo clama por ayuda cuando carece de los recursos cerebrales necesarios para superar su situación. Luchar sin las herramientas adecuadas es como marchar hacia la derrota. Cuando una persona no tiene acceso a los recursos que le otorgan poder, le resulta difícil encontrar la esperanza, la firmeza y la dignidad necesarias para mejorar su vida. El lema «si otros pudieron, yo también puedo» puede parecer una quimera si no se cuentan con los medios necesarios para respaldar esa aspiración. La superación comienza con la capacitación mental y emocional que permite enfrentar los desafíos con las herramientas adecuadas, no solo con buenas intenciones. Es esencial proporcionar el apoyo y los recursos necesarios para que las personas puedan transformar sus vidas de manera efectiva.
Este enfoque plantea la necesidad de recursos mentales y emocionales adecuados para la superación real, conectando la teoría con la práctica.