Especial
Planes de Rescate y Estímulo: Medidas Insuficientes ante Una Crisis Global Persistente

<STRONG>Especial<BR></STRONG>Planes de Rescate y Estímulo: Medidas Insuficientes ante Una Crisis Global Persistente

A CONTINUACIÓN PRESENTAMOS LA PRIMERA PARTE DE LA CONFERENCIA MAGISTRAL SOBRE LA CRISIS FINANCIERA QUE AGOBIA A LAS PRINCIPALES NACIONES, QUE EL PRESIDENTE LEONEL FERNÁNDEZ PRONUNCIÓ ESTE MIÉRCOLES EN CUBA.

Aunque la actual crisis financiera global es un fenómeno que se había venido incubando desde hace dos décadas, generalmente se considera que su actual forma de expresión se gestó a partir de la crisis inmobiliaria-hipotecaria de los Estados Unidos.

Si la actual crisis, efectivamente, tuvo su origen en el problema de las hipotecas de alto riesgo en los Estados Unidos, habría que hacerse un conjunto de preguntas. La primera sería: ¿a cuánto asciende, en su totalidad, el valor del mercado inmobiliario norteamericano?

Luego, dentro de la totalidad del valor de ese mercado, ¿a cuánto asciende el monto de las hipotecas de alto riesgo o subprime?

Con respecto a la primera interrogante, se sabe que el valor del mercado inmobiliario de los Estados Unidos llega a la cifra de 13 trillones de dólares. De igual manera, se estima que las hipotecas de alto riesgo representan un 20%  del conjunto de ese mercado.

Ese 20% de los 13 trillones de dólares tendría un valor de 2.6 trillones de dólares.

Ahora bien, de acuerdo con el Informe Global de Estabilidad Financiera del Fondo Monetario Internacional, publicado en octubre del 2008, se establecía que las pérdidas de los préstamos eran de 1.4 trillones de dólares.

Por su parte, el Banco de Inglaterra, en otro informe señalaba que las pérdidas ocasionadas por las hipotecas de alto riesgo, en los Estados Unidos, la zona euro y el Reino Unido era de 2.8 trillones de dólares.

Un tercer estudio del Grupo Independent Strategy of London, de diciembre del 2008, sostiene que el impacto generado por la crisis inmobiliaria, a nivel global, alcanza 3.36 trillones de dólares.

Si la actual crisis financiera global fuese, como hasta ahora se ha informado, tan sólo una crisis de las hipotecas subprime del mercado inmobiliario norteamericano, ésta debería resolverse con una inyección de capitales equivalente a su valor, que bien podría ser de una cifra que oscila entre 1.4 y 3.36 trillones de dólares.

Más aún, podría pensarse que ni siquiera haría falta esa inyección de capitales, puesto que, en su colocación en los mercados, si bien algunas instituciones financieras las compraron, y por lo tanto, experimentaron pérdidas por ese valor, no es menos cierto que otras instituciones las vendieron, y por consiguiente, lo que hicieron fue recibir ingresos por ese valor.

Lo que queremos decir es que en esa operación financiera de colocación de activos tóxicos, como se les ha llamado a las hipotecas de alto riesgo, lo que se produjo fue una transacción financiera en la que el dinero pasó de las manos de unas instituciones financieras a otras.

En todo caso, supongamos que la hipótesis anterior carece de sentido. En ese caso, quedaría claro que el problema habría sido subsanado con una inyección de capitales a favor de las instituciones que han experimentado pérdidas por un monto equivalente a las mismas, esto es, en el rango de 1.4 a 3.36 trillones de dólares, como hemos indicado.

Ahora bien, desde que la crisis surgió y empezó a evolucionar, los gobiernos y los bancos centrales de Estados Unidos, de Europa y de economías emergentes, han estado colocando recursos frescos al sistema financiero equivalentes a 8 trillones de dólares, según diversos cálculos que se han hecho.

A pesar de eso, sin embargo, la crisis persiste.

En los Estados Unidos, el Departamento del Tesoro, otorgó recursos a Freddie Mac y Fannie Mae, dos instituciones financieras federales, garantes de los préstamos de la banca privada por un monto de 200 mil millones de dólares.

Para evitar la quiebra de la empresa de seguros American International Group (AIG), introdujo recursos por la cifra de 123 mil millones de dólares.

El Plan General de Rescate del Departamento del Tesoro, aprobado por el Congreso de los Estados Unidos, fue de 700 mil millones de dólares.

Por su lado, el Paquete de Estímulo del Presidente Barack Obama es de 787 mil millones de dólares.

Las garantías de préstamos interbancarios facilitadas por la Reserva Federal, se elevan, a su vez, a 1.4 trillones de dólares.

A pesar de tal inversión de recursos financieros, que sólo en los Estados Unidos equivalen a 3.3 trillones de dólares, es decir, a la cifra máxima de pérdidas de préstamos hipotecarios analizada por el Independent Strategy of London, la crisis financiera global, no sólo no ha cedido, sino que tiende a agravarse.

En el caso del Reino Unido, también se han tomado importantes medidas para contener y revertir la crisis que azota al sistema financiero internacional.

350 mil millones de dólares fueron suministrados en garantías para que los bancos puedan obtener créditos privados.

400 mil millones fueron otorgados en préstamos a corto plazo a los banco por el Banco Central. 

64 mil millones, a su vez, fueron colocados en los grandes bancos británicos por el Gobierno.

En total, en el Reino Unido, se han suministrado 814 mil millones de dólares para enfrentar la crisis financiera.

No obstante, la crisis persiste.

En Alemania, el gobierno ha aportado 549 mil millones de dólares en garantía a los bancos.

En Francia, se han ofrecido 400 mil millones de dólares en garantías para los préstamos interbancarios.

Además, un fondo de 55 mil millones para adquisición de acciones en las compañías.

En Bélgica y Luxemburgo, 32 mil millones de dólares.

En Holanda, 36 mil millones de dólares.

En España, se creó un fondo de cerca de 70 mil millones de dólares al que podrán acceder los bancos privados.

En Islandia, para evitar el desplome de toda la economía, el gobierno proporcionó 20 mil millones de dólares.

En Corea del Sur, las autoridades, para apoyar a los bancos y a los exportadores, suministraron 130 mil millones de dólares.

Rusia, por su parte, 36.4 mil millones de dólares; y Brasil, 80 mil millones de dólares.

Cuando sumamos toda esta inyección de recursos provenientes de la zona euro y de algunas de las economías emergentes, se llega a la impresionante cantidad de 3.36 trillones de dólares.

Pero cuando, a su vez, sumamos lo suministrado en Estados Unidos y lo aportado por los países arriba mencionados, se totaliza la cifra de 8 trillones de dólares, es decir más de la mitad del PIB de los Estados Unidos, la economía más rica del mundo.

A pesar de eso, sin embargo, la crisis persiste.

¿Cómo puede explicarse que si la crisis hipotecaria ha sido valorada en una banda que oscila entre 1.4 trillones y 3.36 trillones de dólares, un aporte de recursos de la magnitud de 8 trillones de dólares no la hayan podido contener?

Lo que se ha aportado hasta estos momentos en frenar la crisis financiera global es 20 veces mayor que la deuda externa de todos los países de América Latina.

Pero, al mismo tiempo, es mayor que el costo de la Segunda Guerra Mundial, medida en el valor actual del dólar.

Lo que se ha invertido hasta ahora para solucionar la actual crisis financiera global, representa una cifra superior a lo invertido en el Plan Marshall de Reconstrucción Europea, en la Guerra de Vietnam, y en las Guerras de Afganistán e Irak.

En ningún momento de la historia se había hecho un aporte de recursos para cualquier actividad, de la naturaleza que fuese,  como la que se ha hecho hasta el momento para solucionar la crisis financiera global.

No obstante, de manera extraña, la crisis no sólo no cede, sino que se agrava.

¿A qué puede deberse esa situación? ¿Cómo es posible que si ya ha habido una asignación de recursos que duplica la más alta valoración que se había establecido sobre la magnitud de la crisis hipotecaria norteamericana, ésta continúe empujando la economía global hacia una caída libre?

La razón se debe a algo que por un tiempo se había mantenido en forma oculta y que sólo en los últimos tiempos ha empezando a salir a flote; y es que la actual crisis financiera global pasó de una etapa, en la que estaba sólo relacionada con las hipotecas de alto riesgo en los Estados Unidos, extendidas a Europa, a otra fase que la vincula con el llamado mercado de créditos derivados.

Dentro de los créditos derivados hay diversos tipos de instrumentos financieros. Pero, de manera específica, se creó un instrumento que actuaba como una especie de seguro de garantía, ante la eventualidad de incumplimiento de pago por parte del deudor.

Ese instrumento es el que se denomina como permuta de crédito no pagado, o por su nombre en inglés, por el cual es mejor conocido, de credit default swap (CDS).

El valor de mercado de los CDS alcanza el monto, en la actualidad, de 60 trillones de dólares. Si se toma en consideración que para el año 2000 esa cifra era tan sólo de un trillón de dólares, es obvio que en los últimos ocho años ha experimentado un crecimiento que sólo podría ser calificado de dramático y espectacular.

A pesar de que los CDS actúan como un seguro de garantía, no están registrados como empresas de seguros, y en la práctica operan, más bien, como un sistema de apuestas.

Se paga una prima que representa una apuesta de que el deudor incumplirá con su obligación de pago, lo cual determinará que el tercero concedente de la prima debe cumplir con la ejecución del pago del deudor original.

El régimen de contratación de los CDS no está sujeto a ningún tipo de regulación, pudiendo realizarse en cualquier momento, sin necesidad de intermediarios y hasta por vía electrónica.

La primera vez que dentro de la actual crisis financiera global se pudo constatar la contaminación de los CDS fue en el caso de Lehman Brothers. En ese caso, los inspectores del Departamento del Tesoro y de la Reserva Federal quedaron en estado de perplejidad al comprobar que la situación de iliquidez e insolvencia del referido banco no se debía a un problema de hipotecas de alto riesgo, sino a una situación de afectación de los CDS.

Ante el pánico y considerando que la situación de Lehman Brothers era un caso singular e irrepetible, se permitió que quebrara. A los pocos días, sin embargo, surgió un segundo caso que ya no pudo eludirse: el de la empresa de seguros American International Group (AIG).

El malestar que estaba afectando el buen funcionamiento de la más grande empresa de seguros a nivel mundial, es decir, AIG, era, en efecto, una situación de invalidación de los CDS.

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