Especulan por qué del cambio

Especulan por qué del cambio

POR FIONA HARVEY
Un coro integrado por gobiernos europeos, funcionarios de la ONU y activistas a favor del medio ambiente han estado considerando durante meses al año 2007 un año decisivo para el cambio climático

La razón es que los artículos principales del protocolo de Kioto sobre la reducción de emisiones expira en 2012 y los proponentes del tratado reiteran que es fundamental que las conversaciones sobre el documento que lo sucederá empiecen en una reunión de la Organización de las Naciones Unidas que se celebrará en Bali,  el próximo  diciembre.

De lo contrario, temen que sea demasiado tarde para acordar a tiempo un nuevo tratado.

El presidente George W. Bush parece estar de acuerdo. Su oferta de participar en las conversaciones sobre el cambio climático, que establecerían un “nuevo marco sobre los gases de invernadero cuando el protocolo de Kioto expire en 2012”, antes de que finalice 2008, sorprendió al resto del mundo.

Sin embargo, las opiniones están divididas en cuanto a si este es un intento genuino de romper el estancamiento sobre Kioto, o una táctica pensada para esquivar metas obligatorias para las emisiones.

Sea lo que fuere, la propuesta de Bush -”fijar un objetivo global a largo plazo para reducir los gases de invernadero”- constituyó un abandono claro de la posición mantenida por Estados Unidos en las negociaciones sobre el cambio climático de los últimos siete años.

Las delegaciones de EEUU  a las conversaciones sobre el clima se han especializado en emplear tácticas dilatorias, en negarse a firmar acuerdos y retirarse de las conferencias.

Los negociadores han rechazado las sugerencias de que EEUU debería incorporarse a un “esquema global”, o bien acordar metas concretas para reducir las emisiones.

Por todo esto, que Bush haya sugerido que los 15 principales emisores de gas invernadero deben reunirse para esbozar un acuerdo que combine ambas cosas, resultó toda una sorpresa.

No obstante, las propuestas de Bush dejan sin respuesta las interrogantes más importantes. Estas son: el alcance de las emisiones que serán acordadas; la fecha límite para esas reducciones; los mecanismos por los cuales se alcanzarán; y cómo se compartirá la carga entre los países ricos y pobres.

Encontrar las respuestas a estas preguntas tuvo ocupada a las Naciones Unidas  desde 1992 hasta 1997, cuando se firmóel acuerdo de  Kioto.

Aún después de esto, tomó siete años lograr que el tratado entrara en vigor, debido a los desacuerdos.

Bajo Kioto, las respuestas eran una meta inicial de recortes en las emisiones de 5%, comparada con los niveles de 1990 en 2012; el mecanismo debía negociar las emisiones; y un principio de “responsabilidad común, pero diferenciada”, lo que significa que los países pobres tienen una carga menor de recortes que los países ricos, porque tienen emisiones per cápita más bajas, y tienen menos responsabilidad por las emisiones pasadas.

La UE ha intentado extender este proceso defendiendo un “objetivo de estabilización” de un aumento de temperatura de 2ºC. Los científicos advierten que 2ºC es el límite de seguridad, más allá del cual el cambio climático resultaría totalmente catastrófico.

Para llegar a ese objetivo, los científicos calculan  que el nivel atmosférico del dióxido de carbono tiene que estabilizarse en cerca de 550 partes por millón entre 2015 y 2020.

Dando marcha atrás a partir de estos objetivos, según el razamiento de la UE, se puede llegar a calcular un techo para las emisiones globales. La única cuestión pendiente sería la extensión de recortes que cada país debe hacer.

Los detractores de Bush alegan que al sugerir conversaciones por separado, está echando atrás los avances sobre el cambio climático, al retornar a viejos argumentos que otros países daban por resueltos.

Angela Anderson, vicepresidenta del National Environmental Trust de EEUU, dijo: “Están dando un paso atrás enorme […] Está insinuando metas voluntarias. Eso no es suficientemente bueno”.

El problema es si EEUU puede forzar una escisión entre los países firmantes del protocolo de Kioto, estimulando a algunos más a abandonar el proceso de la ONU, con el fin de favorecer las conversaciones por separado de EEUU.

José Manuel Barroso, presidente de la Comisión Europea, dejó claro el viernes, que la UE ve el proceso de la ONU como algo final: “Creo que esto tiene que quedarse como la base para establecer -y alcanzar- objetivos vinculantes, mensurables y que se puedan cumplir”.

Los detractores de Bush tienen que valorar también si un presidente Demócrata habría intentado forjar un proceso que pudiera diferenciarse del protocolo de Kioto.

Nancy Pelosi, presidenta de la Cámara, dijo al Financial Times, que incluso un presidente demócrata tendría dificultades en persuadir al Congreso y a la ciudadanía de Estados Unidos a aceptar el protocolo de Kioto, que se ha convertido en una mala palabra en EEUU. Pelosi dijo que el proceso tendría que llamarse de otra forma.

VERSIÓN AL ESPAÑOL IVÁN PÉREZ CARRIÓN

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